Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

Ateneo rural para la crisis

Publicado por
JESÚS Á. COUREL
León

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Pensar que El Bierzo tiene «potencia empresarial en sus materias primas agrícolas», es obvio. Y si lo anuncian los responsables de un Club Financiero, parece ingeniería costumbrista. Ni en sus mejores sueños pensarían, aquellos compañeros de fatigas de mi abuela Felisa (como Rosaura, José el Moreno o la tía Jarcisa, vecinos de la Chana de Borrenes), que un club financiero se iba a interesar por sus castaños del soto de Orellán. ¿Usted, por quien pregunta?, le diría alguno. El minifundio no daba para cuentos de hadas. Salvo para aquellos que siempre confiaron en nuestros recursos agrarios, el campo fue desde hace décadas la tierra donde hacer el chalet, con su piscina y una amplia bodega en la que coger otras castañas los fines de semana. Durante décadas asistimos a la proliferación de viviendas aisladas en suelo rústico, cuyo único adjetivo agrario era el césped que rodeaba la casa, pues nuestra unidad de destino en lo universal fueron la minería, las industrias energéticas y los llamados servicios. La huida de la ciudad al campo —igual que la marcha de Cristo o Mahoma al desierto—, se programaba a tiempo parcial, para escapar unas horas del dominio del Maligno (la industrialización en la agenda de la modernidad), por aquello que dicen las sagradas escrituras de que no sólo de pan vive el hombre.

Los polígonos industriales están desiertos, como los despachos de los notarios, los aeropuertos provincianos y los gabinetes de arquitectura. El urbanismo es ahora un estado mental en quiebra. No tardando mucho, y si los mayas fracasan en su predicción del fin del mundo el 21 de diciembre del 2012, tendremos que aprender a gestionar la supervivencia de la familia cultivando una huerta, criando un cerdo y recogiendo leña para calentarnos en invierno. El réquiem por un campesino español, tarareado desde hace medio siglo por la sofisticada tecnocracia, se convierte hoy en salve redentora: «Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía», mientras los antropólogos reexaminan los conceptos de rural y urbano.

Cualquier iniciativa para instalar empresas que transformen la enorme producción de castañas recogidas en El Bierzo, es una espléndida idea. La crisis nos está ayudando a desdibujar la frontera entre la ciudad y el campo. Urbanismo ya no es sinónimo de industrialización, ni el campo se identifica con el trabajo no mecanizado. Por eso, en la granja Cando de Corullón idearon estos días el Ateneo Rural, para hablar y debatir sobre la práctica de la agricultura ecológica y para crear actividad económica que, aunque compartida con la urbe, sirva al mundo rural… Había que hacer algo.

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