La reordenación debe ser lógica y justa

La reordenación de los municipios es cuestión de tiempo. Durante muchos años ha sido un tema tabú en el que los partidos políticos no querían ponerle el cascabel al gato pero los aprietos a los que se enfrentan las finanzas públicas parece que harán imprescindible a corto o medio plazo una disminución en el número de ayuntamientos. El caso de fusión en Galicia de dos municipios ha abierto un camino al que León tendrá que enfrentarse por su elevado número de ayuntamientos, hasta 211.

Pero un proceso tan delicado e importante como éste no sirven los tijeretazos sin orden. Una reordenación de ayuntamientos debe ser en todo caso lógica y justa. No sería lícito el recortar por recortar sin que se afronten de manera paralela los verdaderos problemas que sufren los ayuntamientos.

Los municipios están llegando a una situación de colapso en muchos casos por mala gestión pero también es verdad que son lastrados por las incompetencias impropias que tienen que afrontar. Un proceso de reordenación municipal debería llevar aparejada de manera imprescindible la regulación de un sistema de financiación de las entidades locales que desde hace muchos años es demandada por los ayuntamientos y diputaciones, y que debe formar parte de ese nuevo mapa institucional en el que se clarifiquen las competencias y se eviten las duplicidades.

El mundo rural debe ser atendido en condiciones y más si se mantiene el objetivo de evitar la despoblación que amenaza a muchos ayuntamientos de la provincia. Por ello esos nuevos entes supramunicipales o los propios ayuntamientos que surjan de unas hipotéticas fusiones deberán llevar garantizados unos recursos financieros que les permitan que la calidad de vida de los ciudadanos no se vea mermada como consecuencia de esa reordenación.