Diario de León

TRIBUNA

León, ciudad eucarística

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MÁXIMO CAYÓN DIÉGUEZ. CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE LEÓN
León

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La solemne festividad del Corpus Christi, extendida a toda la cristiandad por el papa Urbano IV en 1264, y que este año fija el calendario para el domingo 10 de junio, en esta antigua Urbe Regia fue siempre un excelso y mirífico homenaje popular a Jesús Sacramentado. De ello, en el capítulo XXX de las Políticas Ceremonias , impresas por vez primera en 1693, el Marqués de Fuente Oyuelo da cuenta de modo sucinto: «La fiesta del inefable Sacramento de nuestro Redentor Jesucristo la hace toda a sus expensas el siempre grande e insigne Cabildo de la Catedral, con la magnificencia, grandeza y mayor culto que cabe en lo posible, no excediéndola otra ninguna; de forma que la Ciudad [el Ayuntamiento] no interviene en ella más que con su asistencia».

La primera procesión del Corpus Christi en León data del 8 de junio de 1378. Ahora bien, al hilo de las aseveraciones del noble leonés, anotemos que en aquellas postrimerías del siglo XVII figuraba todavía en el cortejo eucarístico la famosa custodia labrada por Enrique de Arfe, de estilo ojival, fechada en 1506, que tenía una altura de más de siete pies, un peso estimado de ocho arrobas, y era de plata sobredorada en su mayor parte. Las andas, de plata también, que en principio pujaban presbíteros y servían de soporte a este primoroso objeto de arte, realizadas entre 1555 y 1557, transformadas después en carro triunfante, eran obra de su hijo Antonio de Arfe. De dicha custodia, en 1572, el cordobés Ambrosio de Morales, en la Relación del Viaje que hizo por mandato de Felipe II, anotó que «el aderezo, que en esta Iglesia [La Catedral de León] tienen para sacar el Santísimo Sacramento el día de su fiesta, es la más insigne cosa que hay en Europa; que así refieren lo han afirmado los Generales de Franciscos, y Dominicos, viéndolo, y porque andan por toda la Christiandad y lo ven todo, se les puede creer». En aquellos tiempos, en la procesión tenía asiento la Tarasca, la escenografía urbana se ornaba con profusión, y el vecindario instalaba altares de una reconfortante belleza. Hoy, las costumbres han cambiado. Y apenas esta última tradición tiene eco ante los cenobios femeninos por donde transcurre la procesión, sea el año par o impar.

La razón de que esta comitiva eucarística realice dos itinerarios alternos y tradicionales se encuentra en un acta municipal del 11 de mayo de 1644 donde se recoge «que por alguna inconveniencia el Cabildo [Catedralicio] había acordado que la procesión del día del Corpus, que solía hacerse por toda la ciudad, se decidiese que un año fuera por la calle de la Herrería de la Cruz abajo [calle Ancha] y otro por las de la ciudad de León arriba… lo cual, vista dicha proposición, acordó [el Ayuntamiento] se cumpla el acuerdo que el Cabildo ha hecho en razón de la dicha procesión». He aquí, pues, el motivo por el cual los años impares la procesión recorre los barrios de Nuestra Señora del Mercado y de San Martín, y los años pares el barrio de Santa Marina, antiguo barrio de la nobleza. Era Corregidor de la ciudad, D. Bernardino de Meneses y Zapata. Y obispo de León, D. Bartolomé Santos Risoba, un intelectual de fina sensibilidad. Francisco García Martínez, en su Historia de la Literatura Leonesa (1982, p. 202), dice al respecto: «Una academia [se refiere a la celda que D. Francisco de Quevedo ocupaba en San Marcos] por la que desfilaron los mejores hombres que entonces en León había. Ejemplares son las relaciones que mantuvieron Quevedo y el obispo de la ciudad, a la sazón D. Bartolomé Santos Risoba. Las cartas cruzadas lo confirman».

Siete días después, en este caso el domingo 17 de junio, Infraoctava del Corpus, León tiene otra cita tradicional con Jesús Sacramentado. Organiza los actos la Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz, agrupación de índole sacramental y penitencial. Este año se cumple precisamente el IV centenario de la fundación de la cofradía de Minerva, acontecida en el desaparecido convento de San Claudio, el 26 de julio de 1612. Era abad de dicho cenobio benedictino fray Vicente de Arce.

En esta festividad, el cortejo eucarístico recorre las calles del barrio de San Martín. Suspendido en 1898, volvió a ponerse en escena en 1937, hace ahora setenta y cinco años. De 1938, siendo abad Ángel Suárez Ema, después concejal de nuestro Ayuntamiento, y, luego, cronista oficial de la ciudad de León, data la asistencia al mismo de la Corporación Municipal, en «forma de ciudad». En esta procesión se ha contado en determinadas ocasiones con la custodia de Enrique de Arfe que puede admirarse en el museo del monasterio de benedictinas de la Santa Cruz de Sahagún, elemento litúrgico que fue expuesto también en la XI edición de Las Edades del Hombre, el año 2003, en la catedral de Segovia. Sin embargo, habitualmente, figura la custodia portátil y turriforme que es autoría de Hernán González, feligrés de la parroquia. A modo de curiosidad, subrayemos que su yerno, Suero de Argüello, otro eximio orfebre, en 1590, realizó las mazas de plata que portan en las solemnidades de la ciudad los cuatro Reyes de Armas, es decir, los maceros municipales. De esta plateresca custodia, fechada en 1530, la doctora Mª Victoria Hérraez Ortega, en su magnífica obra Arte del Renacimiento en León. Orfebrería , (1997, p. 93), tiene escrito que «tradicionalmente venía atribuyéndose esta pieza a Enrique de Arfe. [Fernando] Llamazares afirma que es obra del platero leonés Hernán González (…) El dato está recogido de los apuntes que don Raimundo Rodríguez tomó de una documentación hoy inexistente».

D. Julio Pérez Llamazares, abad-prior de la Real Colegiata de San Isidoro por designación del rey Alfonso XIII desde 1915 hasta su jubilación en 1956, escribió una hermosa obra titulada: León, ciudad eucarística , inspirado en el augusto privilegio que representa la Exposición perenne del Santísimo Sacramento en dicha Colegiata. De ahí he tomado el título que ampara hoy estos apuntes míos.

El Corpus Christi y su Infraoctava, conocida en León popularmente como el Corpus Chico, son dos magnas fiestas litúrgicas de unidad fraterna que confirman el aserto del abad-prior isidoriano. Y ambas están firmemente arraigadas en el corazón de los leoneses.

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