Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

Doble secuestro

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C asi todo el mundo adivinaba que cuando Zapatero, aleccionado por su círculo de rasputines monclovitas autóctonos, ponía en marcha la Ciudad de la Energía en el Bierzo, más allá del magno fin de la captura del CO2 y de la fundación de un gran proyecto museístico, lo que se proponía era crear una administración paralela, primero frente a la democráticamente inexpugnable Ponferrada y luego, incluso, frente al fortín de los Guzmanes. Lo que no éramos capaces de calcular exactamente era la profundidad con la que el caudillo proclamado para gobernar esa ciudad paralela logró afinar la distribución de medios y dineros, de espaldas a un despilfarro que en estos días aún resuena más ominoso y cuasicorrupto, con tal de mantener a flote el clandestino proyecto político enmascarado bajo el secuestro del dióxido de carbono en la combustión del carbón.

De hecho, mientras nos relataban con profusión todos los avances en la planta de oxicombustión de Cubillos en el rapto del maligno gas hasta alcanzar un éxito que ha acabado por anotarse el nuevo ocupante del cargo de sheriff general, lo que en realidad se estaba cuajando en la planta más «noble» de la vieja central de Compostilla I, en Ponferrada, era otro secuestro de carácter mucho menos técnico. El de la voluntad de decenas de cargos públicos, alcaldes y plataformas sociales y empresariales, ávidas de un trozo de pastel de Ciuden City, cuyo presupuesto superaba generosamente el de la propia capital de la Costa del Sil.

Así se explica ahora que finalmente cuando incluso los rasputines zapateristas trataron —convencidos por algunos irreductibles socialistas que fueron descubriendo el percal y velozmente arrinconados— de descabezar al caudillo, fueran atajados por un motín de cargos locales liderados por el ex alcalde de León y ex secretario provincial, Francisco Fernández, para evitar que se cerrara el grifo y se levantaran las alfombras antes de tiempo.

El comité de la Ciuden, que exige no ser tratado como mercancía política, se coloca sin embargo casi a la altura de ese rebaño connivente. Y lo que es peor, en su afán por garantizar el futuro de la plantilla, con su silencio acrítico pone el listón muy bajo a la actual dirección de la Ciudad de la Energía en el supuesto de que ésta persista en el perfeccionamiento de ese secuestro económico-institucional que tiene poco que ver con el aseo del carbón.

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