Diario de León
León

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Lleva la Junta más de un año y medio con la ordenación territorial a vueltas, que bien parece que vaya a descubrir el Bosón de Higgs, y al final ha tenido que poner en sucio Renault los apuntes que tanto se esmera por sacar en limpio el consejero de Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez: Valladolid reforzará todavía más su papel de polo de desarrollo, alrededor se dibujará un radio de 100 kilómetros como máximo para que graviten todas las industrias que quieran mantenerse con el morro en el pesebre y, más allá, quedaremos las colonias. Un sistema que, va para 30 años, nos unció a un yugo que ahora se adorna con el rombo de la multinacional francesa, lustrado con los más de 17 millones de euros a fondo perdido que han salido de las arcas autonómicas para la pervivencia de la factoría; amén de las remesas del Velsatis que se compraron como vehículos oficiales para los consejeros con el fin de que se vieran reflejados en sus cualidades: caros, ostentosos y poco aptos para salir de un barro.

El mandato de Renault, que avisa de que las empresa subsidiarias que estén de Izagre para acá no aparecerán en la foto, reedita aquellas cartas firmadas por la Junta con las que se animaba a las empresas leonesas a trasladarse al Parque Tecnológico de Boecillo. Leyendas que han patentado la imagen de Valladolid como polo de atracción. La fuerza magnética que explica por qué en tres décadas el foro castellano ha ganado tantos habitantes como ha perdido León, pese a los esfuerzos de los representantes autonómicos por fomentar la cohesión territorial, el reparto equitativo, el fomento de la identidad leonesa y hasta el uso del Twizy como imagen de Comunidad.

Menos mal que calma un poco escuchar la reflexión del presidente Herrera, entre el coro de silencios del PP de León. El jefe popular, después de quitarse el batín con el que se paseó al lado de Mariano Rajoy por los talleres de Renault en Valladolid —que daban ganas de que le tocara a uno el cambio de aceite y los filtros para ver cómo lo cambiaban sin mancharse las manos— se pasó por León para cenar con los empresarios (?) y poner un poco de calma. Las ayudas entregadas a la multinacional «no pueden crear recelos entre provincias», templó ante el revuelo, porque «nos va a favorecer a todos».

Queda claro: Renault somos todos. Vamos, como Hacienda.

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