Diario de León
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JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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Nos vigilan. No me refiero a que la Administración nos vigile, no. Eso está a la orden del día, conocen nuestros pasos pero no nos alarma excesivamente. Nos vigilan los cacos para robarnos. Los robos en domicilios se incrementaron en el 2012 un 65’7% respecto al año anterior en Castilla y León. Cada día se asalta en nuestra Comunidad diez casas no sólo para robar joyas o dinero, también electrodomésticos, ropa, y cualquier bien susceptible de poderse vender a chamarileros, traperos u otros desaprensivos que se benefician de tales hurtos. También estos días hemos conocido latrocinios cometidos contra bienes municipales, por ejemplo en León y en Villamor de la Vega, de los que se han llevado cable en grandes cantidades para obtener cobre, y en otros casos hasta tapas del alcantarillado. No hace mucho denuncié el saqueo de todos los focos que iluminaban las murallas de Castro de la Ventosa.

Nos vigilan. Esto no es una paranoia ni la sensación patológica de algunos ciudadanos, es una verdad incontestable. Un amigo me comentaba hace unos días que ha pospuesto un viaje por los robos cometidos en su barrio, en un pueblo del Bierzo, durante las pasadas fiestas de Navidad. Tiene mi amigo la certeza de que vigilan sus ausencias, las suyas y las de sus vecinos; que controlan sus salidas y horarios; pues suelen hacer sus fechorías preferentemente cuando no hay nadie. Por eso, éstos han decidido darse los teléfonos y llamarse al menor signo de alarma o sospecha. En otros casos se han formado patrullas, como en Valladolid y en Camponaraya. Muchos de estos robos se cometen cuando no hay nadie en las casas, pero también los medios denuncian robos con violencia, incluso con saña y crueldad. En ambos casos se trata de bandas organizadas, en unos casos de extranjeros, en otros en monipodio con españoles.

La policía y la Guardia Civil hacen lo que pueden. Me consta que acuden con rapidez en caso de denuncia y son numerosos los detenidos, como por ejemplo los que el pasado viernes la Guardia Civil apresó por robos en Carbajal de la Legua, Alija y Valderrey. Pero, los más peligrosos suelen zafarse, cuentan con escondites y actúan con gran movilidad por toda España; y los raterillos están aleccionados, saben que no deben de llevar encima lo sustraído, que guardan en cualquier escondrijo, pues si los detienen con valores inferiores a 400 euros entran por una puerta y salen por la otra. La mayoría no roba por necesidad sino por lucro, causando muchas veces más daño que el valor de lo sustraído; los necesitados sin trabajo no roban, acuden a ayudas sociales o organizaciones caritativas. Por eso hablar de moralidad con estas bandas carece de sentido, sólo entienden —y no mucho— cuando las leyes se endurecen.

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