Diario de León

LA SEMANA

Aguirre tiene la esperanza de ganar

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campo vidal
León

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No la den por liquidada para la política, advertíamos aquí cuando Esperanza Aguirre dimitió como presidenta de la Comunidad de Madrid. También anunció que dejaría la presidencia del poderoso Partido Popular madrileño, pero ahí está. Se reintegró a su puesto de trabajo como funcionaria de Turismo, bella estampa que tenía más de promoción mediática que de realidad. Después fue fichada por una empresa buscadora de talentos, otra estampa que ya se verá si no sirve sólo para escribir en su curriculum «trabajó en el sector privado con éxito». Lo cierto es que cuando ha tenido oportunidad, ha saltado al cuello de Mariano Rajoy contra el que perdió el congreso de Valencia utilizando a tres personajes: Bárcenas, María Dolores de Cospedal y Ana Mato.

Contra el primero le pide a Mariano Rajoy que se querelle y Rajoy silba, como es su estilo. Conmueve ver a Esperanza pidiendo trasparencia en los procedimientos cuando ella llegó a la presidencia de Madrid la primera vez tras la compra de dos diputados socialistas que se negaron a votar a su jefe, Rafael Simancas. O tras haber tolerado desde la presidencia la creación de un equipo de espionaje que servía para ajustar cuentas entre sus consejeros, o después de haber soportado el estallido del caso Gürtel en Madrid. Contra la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, dispara a bocajarro desautorizándola en la reunión del comité regional de Madrid. A la ministra de Sanidad, Ana Mato, la acorrala tal como hace el periódico que apoya la carrera de Esperanza Aguirre.

De retirada de la política, por tanto, nada. Esperanza Aguirre sueña con volver pero al puesto de Rajoy y corre la banda, como su eterno rival, Alberto Ruiz-Gallardón, por si el presidente se lesiona, lo que no es descartable con juego tan sucio en el campo. Por eso difícilmente la veremos dimitir de la presidencia del PP madrileño. Quizás lo pensó en su momento personal más débil cuando dejó la presidencia de Madrid y el acta de diputada pero quería testar en favor de Ignacio González y no se lo hubiera permitido el marianismo. Ana Mato tenía altas probabilidades de ser la elegida para enfrentarse a González. De ahí también el ensañamiento con la ministra a cuenta de la implicación de su ex marido, Jesús Sepúlveda, en el caso Gürtel.

Otra cosa es la necesidad imperiosa de que la ministra se explique, como ha pedido también Alberto Nuñez Feijoo, y además que lo haga en las próximas setenta y dos horas antes de que la despedacen en las preguntas parlamentarias de la oposición. Sorprende que Mariano Rajoy la respalde sin fisuras mientras Aguirre la acosa. ¿Cómo se explica eso? Pues porque con toda probabilidad Ana Mato se ha sincerado con el presidente contándole lo que saben muy pocos en su entorno: que su matrimonio con Sepúlveda estaba roto mucho antes de que hicieran la separación de bienes y que, como señalan quienes estuvieron muy cerca del entonces alcalde de Pozuelo, algunos de los regalos y quizás viajes que al parecer pagó la red Gürtel a la mujer de Sepúlveda, no tuvieran a Ana Mato como destinataria sino a la jefa de prensa municipal con quien Sepúlveda convivía de hecho y se sabía. Quizás Ana Mato consintió, pero el humorista Goyo Jiménez decía ayer, en serio, en la SER: «Piensen que es del Partido Popular y de un ambiente en el que sobre todo hay que mantener las apariencias». Quizás si la ministra contara públicamente esto, que es lo que probablemente ha relatado a Rajoy, reduciría ese estado de opinión adverso en la ciudadanía e incluso en la militancia del Partido Popular que quiere dimisiones para que Rajoy se salve. Comunicar es positivo, pero sobre todo si se hace a tiempo.

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