La falsa remontada

Hace falta mucha gente borde para habernos dejado al borde del abismo, pero no se requiere un número inferior para seguir engañándonos y asegurar que estamos saliendo de él, solos o en la indeseable compañía de otros. Es mentira. No hay salida. Hemos socorrido a los bancos más menesterosos, que han recibido ayudas de 61.366 millones de euros para que nos puedan prestar, con la legalizada usura acordada, algunas monedas

¿Qué les voy a contar a ustedes? Los ricos también lloran. Con decirles que Bankia, en su proceso de ‘desinversiones’, que es una palabra horrible, ha vendido Habitat, que era su filial inmobiliaria. A eso le llaman «la externalización de la gestión de los inmuebles». Se conoce que las asonancias no son el principal problema de la infame prosa que periódicamente nos suministra don José Ignacio Goirigolzarri

No debieran engañarnos más: estamos en la bancarrota y han decidido que lo primero que hay que reparar son los bancos. La gente normal tiene que aguardar su turno y el que no tenga paciencia, que emigre. Es cierto que el desempleo cayó en agosto en 31 personas. La alegría que experimentamos por ese dato conmovedor se ve empañada por otro: la Seguridad Social sufrió la destrucción de 99.000 puestos de trabajo. Sin duda hay que festejar lo primero, pero no debe ser obligatorio ocultar lo segundo.

¿Cómo se explica eso de que el paro se reduzca mientras aumenta el número de parados? Algo falla, si es que no falla todo

El digno sucesor de Bárcenas, del que ahora circulan consignas que aconsejan no nombrarlo, don Cristóbal Páez, confiesa que a él le pagaban «donativos que no se declaraban». Los exgerentes del partido popular tienen que dar cuenta de sus males gananciales. Por su parte, el PSOE se niega a esclarecer la cuchipanda de los ERE.

La receta común, que no mejora nada pero que rara vez perjudica, es el silencio. Ojalá los políticos que hablan de la remontada aprendieran a medir sus palabras.