Diario de León
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Mª del Camino González. león
León

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XIX Edición del día de la bici

El pasado día 22 participé en la marcha organizada en León por el Día de la Bici. Era el primer año que lo hacía y, por supuesto, será el último. Las primeras protestas haciendo sonar los timbres de las bicicletas se produjeron en la salida, ya que, con una absoluta falta de respeto hacia los participantes el corte de la cinta se realizó con 10 minutos de retraso sobre la hora establecida. El folleto informativo indicaba que no se trataba de una competición y, ciertamente, no creo que ninguno de los que participamos fuéramos con espíritu competitivo. El problema fue que lo que se suponía iba a ser un agradable paseo en bicicleta se convirtió en un esfuerzo titánico por mantener el equilibrio sin caerse o chocar contra el resto de participantes porque se circulaba tan exageradamente lento que se usaban más las manos para frenar que los pies para dar pedales. Quizá la causa fuera que, paradójicamente, quien encabezaba la marcha y marcaba el ritmo eran ¡cuatro coches! Lástima que entre todos los miembros de la organización no hubiera ninguno que supiera andar en bicicleta para encabezar la marcha. Al llegar a la altura de La Candamia, hubo un grupo numeroso de personas que atajó por el carril que hay dentro del parque y esperó a la puerta la llegada del pelotón para continuar la marcha adelantando a quien marcaba un ritmo tan incómodo. Ignoro si se les permitió circular así porque, para entonces, yo ya había decidido hacer el recorrido por rutas alternativas. Lo cierto es que, cuando me incorporé de nuevo al grupo en la avda. Príncipe de Asturias, la marcha era mucho más fluída y, a pesar de que se había usado como argumento para ir tan despacio que participaban niños, curiosamente circulé unos cuantos metros rodeada de niños de todas las edades y todos parecíamos cómodos.

Pero me esperaba una nueva sorpresa. A la altura de la primera rotonda de la avda. Universidad se había parado la marcha, lo que provocaba una nueva aglomeración de los participantes. Estas paradas se sucedieron reiteradamente a lo largo del recorrido. Alguna llegué a contar de más de 15 minutos, mientras los organizadores hacían caso omiso a los abucheos y protestas de la gente. En fin, si tenemos en cuenta que la experiencia debe servir para corregir errores y hacer las cosas cada vez mejor, no quiero ni imaginarme cómo fue la organización de las dieciocho ediciones anteriores.

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