Diario de León
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camino gallego
León

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Cuando hace unos años se descubrió que andar en bici por la ciudad era guay, y no de pobretones que no tenían para coche, se hicieron eco en Poridad y crearon pomposamente carriles bici mágicos, que aparecían y desaparecían de repente con lo que sus usuarios se encontraban de improviso medio de los coches. Después otra corporación hizo más carriles bici, gastándose una pasta —que entonces no tenían, y que ahora hay que pagar— en más carriles de distintos materiales y señalización, cuando hubiera sido más barato si simplemente se hubieran pintado.

Ahora los ediles quieren ir más allá y proponen que las bicis no sólo circulen por sus carriles (en los que se penalizan las incursiones de peatones) sino que cuando éstos desaparecen puedan andar por las aceras con los mismos derechos que un peatón.

Creo yo que en Poridad no son muy conscientes de en qué ciudad viven, y que por cada ciclista debe haber una media de quince o veinte ancianos, que estos sí están obligados a caminar por las aceras, procurando sortear los mil y un peligros que éstas entrañan, entre baldosas rotas o que se mueven, las innumerables tapas metálicas de aguas y cableados varios que cuando están mojadas son un peligro añadido, las numerosas señales y postes de todo tipo que empequeñecen aún más las casi ridículas dimensiones de la mayoría de las aceras de esta ciudad, que además ahora hay que compartir con los usuarios fumadores de los bares y cafeterías. Y en todo este maremágnum aparecen las bicicletas casi con derecho de pernada, aunque sólo sea por su carrocería que se impone en un hipotético choque con viandante.

Quienes me conocen saben que me gusta la bicicleta, que me parece ideal para los desplazamientos por la ciudad (lo que hago en otra población, menos peligrosa para mi integridad, pero no en León, salvo paseos por las orillas del Bernega o por Eras, con carriles bici y anchas aceras), pero que nunca se me ocurriría ir por una calle con mucho tráfico ni por aceras llenas de peatones.

Por mucho que nos empeñemos León no es una ciudad fácil para compaginar peatones con ciclistas y conductores. Pero si se quiere facilitar la vida de los ciudadanos considero más adecuado reducir a 30 la velocidad del tráfico por todas las calles y que las bicis vayan por las calzadas, que no crear un peligro adicional para nuestros peatones con menos movilidad.

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