Diario de León

FUEGO AMIGO

Los frutos de Atapuerca

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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La secuencia de hallazgos de Atapuerca ha ampliado la noción de nuestros preliminares, con grave enfado de quienes preferían el nombre más poético de Altamira para abrir la novela de España. Pero Atapuerca ya no es una cuestión nacional y menos aún doméstica. Esta semana conocemos que un equipo internacional ha conseguido el ADN de un fósil humano con 400.000 años depositado en la Sima de los Huesos, pero los descubrimientos son incesantes. Por eso, ahora que resulta barato atribuir a las autonomías toda suerte de calamidades y desvaríos, conviene señalar que el éxito de Atapuerca se debe en buena medida al apoyo sin injerencias de los diferentes gobiernos de Castilla y León.

En un principio, la sintonía del consejero Justino Burgos con Emiliano Aguirre garantizó la realización sistemática de excavaciones y el inicio de los trámites para su declaración como Bien de Interés Cultural. Hasta llegar ahí, la situación era alarmante. Por una parte, la amenaza que suponía para los yacimientos el avance devorador de las canteras. Por otra, la conversión de la zona en campo de tiro militar. Y como remate, el desprecio del Ministerio de Cultura de Javier Solana, que desestimó, aduciendo falta de interés, la protección del yacimiento. Este era el paisaje de 1983, agravado por la ausencia absoluta de ayudas para excavar e investigar.

El hallazgo de este yacimiento fue fruto de una decisión desconcertante y nunca bien explicada. El trayecto del ferrocarril minero de Villafría a Monterrubio desechó la rodadura cómoda por el piedemonte, trazando una curva que alarga su recorrido en más de un kilómetro para atravesar la sierra de Atapuerca, lo que obligó a la excavación de una trinchera en la montaña caliza de entre quince y veinte metros de profundidad. Pero los ingleses que lo patrocinaban no eran tontos. Parece que con el rodeo buscaban y encontraron en las cavidades de la sierra generosas bolsas repletas de fosfatos. Al cabo de un siglo, aquel tajo caprichoso resultó providencial para descubrir el dormido legado de nuestros remotos antecesores.

En los años noventa, con un nuevo equipo de dirección interdisciplinar al frente, formado por tres colaboradores del jubilado profesor Aguirre, el yacimiento paleontológico de Atapuerca se convirtió en el más importante de los hasta ahora conocidos en el mundo. También en un modelo de gestión exento de peajes paletos. Porque nadie pidió entonces ni después a Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell que atizaran ningún pebetero con el brillo de sus hallazgos. La inclusión de Atapuerca en el Patrimonio de la Humanidad tardó hasta el 2000. Diez años después se inauguró el magnífico Museo de la Evolución Humana, que actualmente cotiza entre los más visitados del país.

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