Diario de León

EL BAILE DEL AHORCADO

Aparta de mí ese cáliz

León

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Hemos descubierto que somos la leche. Bueno, nosotros no, ha sido Margarita Torres, que viajó a Egipto y nos trajo el Santo Grial. Tengo que confesar que cuando Verónica me contó la exclusiva que tenía entre manos pasé del desconcierto al asombro y de ahí a la sonrisa, pero luego pensé que, total, en Turín reciben cientos de miles de turistas cada año para contemplar el Santo Sudario que, según la prueba del Carbono 14, data del siglo XV. Así que, puestos a decidir, pues me quedo con que León forme parte de la leyenda, aunque la del cáliz de la Última Cena no aparezca en las fuentes hasta el siglo IV. Vamos, que hay un desfase de cuatro siglos en los que la historia pudo inventarse o no, que quién soy yo para decidir sobre lo divino si ni siquiera sé muy bien como ponerme de acuerdo conmigo misma acerca de temas más que banales. Y, como este es básicamente un problema de fe, pues he decidido que la noticia es la bomba, sobre todo si con esto la ciudad pasa a convertirse en un centro mundial de peregrinaje y Bankia se decide a poner en marcha la tan cacareada rehabilitación del museo, que ya sufre un retraso de más de ocho años. Yo, desde aquí, les animo a que aprovechen el momento porque ahora sí que van a recibir publicidad. Antes, total, San Isidoro no era más que una joya del románico (perdón por el lugar común), sede palatina de la monarquía que recompuso el país para la Cristiandad y con un Panteón Real único en el mundo. Todo eso no tiene demasiada importancia, ahora bien, el Santo Grial son palabras mayores. Un alcalde aprovecharía la ocasión para reivindicar su ciudad. Hollywood, Dan Brown, Madonna... en fin, que hay cienes de posibilidades de explotar el filón. Igual, hasta conseguimos que nos financien el tren y rascan un poco de dinerito para que el AVE lo sea de verdad y no un vagón de cuneros, o ‘a más a más’ descubren que merece la pena que la Catedral no se caiga o que Boecillo no aparezca en la letra pequeña de las bases para subvencionar la llegada de empresas.

En fin, que me encanta la cancha que nos ha dado estos días el cáliz de doña Urraca y que nos vuelvan a descubrir que la historia del mundo pasa por aquí. Pero, qué le voy a hacer, yo soy de los que no necesita reliquias para creer.

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