Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tiempo de vileza. El asesinato de Isabel Carrasco lo ha teñido así, color vileza, porque si vileza fue su muerte, no ha sido menos vil el eco automático que tuvo el suceso en las esquinas de una ciudad murmuradora y en las redes sociales donde se dispararon tuiters , mensajes o consignas del mismo calibre 22 que las cuatro balas que acabaron con su vida.

La conmoción de la noticia fue emoción trágica y luctuosa para muchos, cómo no, pero fue también emoción vil para quienes, ocultos tras la infamia de la tapia digital, se afiliaron a esa consigna tan antigua e ibérica de la perfecta cobardía: A moro muerto, gran lanzada ... porque, a Isabel, un sector de la sociedad leonesa, especialmente de su propio partido, no la tragaba y le predicaba antipatía como contrafuego al despotismo con que se alega gobernaba... así que en estos dos días ya le sobran al lector declaraciones ambiguas, sentimientos contradictorios, condolencias de escayola y no pocos cuchicheos de hierro recién pasado por la piedra de molar.

La condición humana es así.

Somos así.

Y así, desde nuestra más fiel tradición cainita, se explica por qué una concejala socialista tuitea un Quien siembra vientos recoge tempestades como quien dice lo tienes merecido ... se explica que un compañero popular responda a la prensa con un « me parece un crimen infame y excesivo » (ay, el subconsciente, ¿excesivo?, ¿por?, ¿por el método o el número de balas?, ¿es que le habría parecido más proporcional una paliza?)... se explica también que se apuntaran no pocos a relacionar esta venganza personal contra un cargo público con la España airada por la corrupción o los desahucios (¿profetizando, alentando?)... se explica la pedrada y la bajeza moral de tantísimos exabruptos en la algarabía de internet... se explica, en fin, cómo somos... con todo lo cual convertimos la mano asesina en la mano vicaria de nuestros inconfesables pensamientos (a todos nos duerme también un asesino en la mollera).

Enemigos, canallas y moralistas apretaron también ese gatillo al convertirlo en su parábola. Esto es lo terrible de esta tragedia. Tiempo de vileza.

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