Diario de León
Publicado por

Creado:

Actualizado:

Hace unos días leí en este periódico una noticia sobre los canales de Las Médulas en Llamas de Cabrera y por primera vez, que yo recuerde, pude ver reflejado en un papel de gran difusión el nombre correcto de la ladera y el valle del pueblo por que pasan: Lleiroso, frente al común Valle Airoso, desdichado término que hay que incluir entre los datos para un informe melancólico sobre el viaje al olvido de los viejos nombres de los pueblos.

Allá por los comienzos de los años 90, este valle grandioso con sus laderas rayadas por esas acequias, fue ampliamente publicitado en folletos y demás propaganda, fuera fija o voluble, con ese nombre, Valle Airoso, que ahora la periodista firmante censura con razón, apostillándolo «mal llamado». Seguramente, los responsables de la divulgación, sea dicho en su descargo, tomaron el término, sin mayores indagaciones, del prestigioso Gómez Moreno, en cuyo catálogo figura así escrito, se supone que producto de la indicación de un informante más o menos ilustrado (por cierto, junto con otro topónimo igualmente desgraciado y más retorcido: Molino e la vento, por Molino labiento). No se les ocurrió comprobar la verdad sobre el terreno y preguntar a quien mejor podía saberlo. De modo que Valle Airoso: así es como el presunto ilustrado que lo oyó por vez primera interpretó el Lleiroso que le dijeron, la forma que utilizaron siempre los naturales de Llamas y de los pueblos vecinos que desde tiempos remotos han pasado y siguen pasando por allí. A partir de entonces, el cambio quedó asentado y campea en los letreros indicadores, incluso en las calles del pueblo, como una ofensa a los nativos, que siguen y seguirán diciendo el nombre de siempre. La razón de un tal cambio se puede entender, pero no aceptar. Se trata de un término, como la mayoría de los topónimos antiguos, tan familiar al hablante del lugar como totalmente opaco para el extraño al escenario, caso del susodicho ilustrado que, por casualidad, pasaba por allí y se sintió llamado a rescatar su sentido, inalcanzable para el «pobrecito hablador». Por el contrario, el cambio lo que exhibe sin pudor es falta de respeto a una cultura que el visitante pasajero cree menesterosa y mal hablada. Pero el topónimo dice lo que dice y tiene que decir, aunque él no lo sepa y por otra parte seguramente no le interese.

Lleiroso y también Lleirizo se repiten por toda Cabrera, señalando y marcando siempre lugares pedregosos, espacios donde afloran las rocas o se amontonan piedras sueltas. El rescate que digo comienza por inventar un valle apocopado en la primera sílaba del incomprensible término y sigue por adosarle el apellido airoso, como si él fuera lugar por excelencia propicio para la expansión de los vientos frente a los otros que interminablemente arrugan el viejo flanco de esa montaña cabreiresa (tal vez era asturiano y por eso no lo dudó: «Ye Airosu»). Una vez asentado el término en los papeles divulgadores, ya es inútil luchar contra él. Y nada tiene de extraño incluso que hasta los naturales del lugar, reverentes ante el poder de la palabra impresa y presuntamente erudita, acepten el término y hasta lo den por bueno, si el viajero les pregunta por él. Viene ya de antiguo la resignación del cabreirés, cuando se siente apurado en este terreno: «es que aquí hablamos mal, hablamos medio gallego». Obvio es añadir que siempre lo dirá en presencia de las por él consideradas personas cultas e ilustradas, pero tampoco está de más subrayar con énfasis que las dos afirmaciones son erróneas: ni es un mal hablar ni es gallego, sea entero o solo medio. Pero esa es otra historia. De modo que podrán resignarse a ese ridículo Valle Airoso, pero, cuando estén hablando entre ellos, harán como aquellos inditos apresuradamente bautizados y dados por fieles convertidos, que volvían a practicar sus viejos ritos a escondidas: volverán a sus viejas palabras, al Lleiroso de siempre, digan lo que digan coloreados papeles y rótulos sin rumbo. Ahora por fin un papel serio contribuye a restituir la verdad. La sorpresa inicial ha dejado el sitio a una moderada alegría.

tracking