Diario de León
León

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Saber cuándo y como finalizar es un arte. Una novela de 800 páginas puede ser un tostón en las 799 primeras, pero si la última te engancha el lector saldrá corriendo a comprar otra de ese autor. En una columna el final también tiene gran importancia, si cuentas con un buen título y una buena frase para rematar la faena, entonces, el resto casi no es necesario leerlo, quizá ni escribirlo. Pues las huelgas de hambre también hay que saber cómo y cuándo terminarlas. Somos muchos quienes pedimos a Ramiro Pinto que finalice ya la suya. Gracias a él durante días hemos hablado y escrito acerca de la dignidad de parados y desempleados. La noticia ha dado la vuelta a España. Misión cumplida, pues, en lo concerniente al reto de concienciar. A las 20,30 horas de hoy habrá una concentración de apoyo, frente a la delegación de Trabajo. Concluir la huelga de hambre al final de la misma sería un gran final. Aunque siempre hay quienes su sentido de la coherencia consiste en que otro se inmole mientras ellos chatean. Hoy hace 11 días que dejó de ingerir alimentos. Uf. A mí me cuesta pasar una tarde sin merienda. Tanto es así que mi mujer tiene una teoría al respecto, cuando refunfuño me dice: «¡Ya se nota que tienes hambre!». Y me señala el frigorífico, sean las diez de la mañana o de la noche. Razón no le falta, resulta mano de santo. Soy de los que para tomar la Bastilla antes tengo que comer y después echarme la siesta. Por ello, entre otras razones de mayor peso, valoro tanto esta acción reivindicativa de Ramiro. Lo suyo no está siendo teoría sino ejemplo.

Ya ha perdido 13 kilos, aunque no el buen humor. Me contó que al pasar delante suya dos señoras con sendos helados estuvo a punto de abalanzarse sobre ellas, cual asaltador de diligencias, y salir corriendo con un cucurucho en cada mano. Si en vez de vainilla llegan a ser de chocolate, ay, la huelga de hambre la continúa en el cuartelillo.

Ahora en serio. Está fuerte de moral y débil de energías físicas. Renunciar durante tantos días a comer es una noble acción de presión social, pero peligrosa para mente y cuerpo. En nombre de varios amigos le pido desde aquí, también lo he hecho en persona, que anuncie hoy su regreso a casa. Sería un gran final.

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