Diario de León

FUEGO AMIGO

Historias de la radio

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Este octubre cumple ochenta años la radio leonesa. Aquel otoño de 1934 empezó a funcionar Radio León en el cuarto piso de la Casa Roldán, donde estuvo hasta su traslado a la calle Villafranca, en 1953. La pusieron en marcha Ramón Beberide, que un año después inauguró la emisora de Lugo, y Aurelio Mediavilla. Entre sus primeros locutores estuvieron el escritor Ramón Carnicer, empleado de Correos en la estafeta de la ciudad, y el publicista Jesús Cantalapiedra Barés, padre del cantautor. Después de la guerra, una vez purgado de sueños su corazón, llegó para quedarse Victoriano Crémer, que fue la voz más potente y singular de la casa.

A la quinta convocatoria del Premio Ondas, en 1959, Crémer recibió el galardón a la mejor labor periodística en una emisora local. Como Ramón Gómez de la Serna, como Eugenio d’Ors (primer premio Ondas), como Umbral (ahora se editan sus textos de La Voz de León), como José Hierro, fue un escritor de la radio. Yo pertenezco a la generación de la galena, aquel artilugio de internado que se conectaba a las alambres del somier y nos traía la voz altanera de Francisco Umbral, la percusión socarrona de Crémer o la salmodia ronquilla de Bernardino Martínez Hernando hasta los fríos adolescentes de pelis, sabañones y bendita sea tu pureza. Francisco Umbral nos llegaba desde Radio Falange, que ya para entonces se llamaba La Voz de León.

Era una de las tres emisoras de la ciudad, la que transmitía los desfiles de Papalaguinda con más fervor patriótico. En aquellas ocasiones solemnes se descifraba el misterio de siglas de su indicativo, cuya rotundidad agitaba las vigilias de nuestra frágil adolescencia: Rem-Car. O sea, Red de Emisoras del Movimiento, Cadena Azul de Radiodifusión. La había fundado en 1949 Luis López Anglada, capitán del verso. La otra emisora era la del obispo y todo el mundo la llamaba indistintamente radio bonete o radio jaculatoria, aunque en las proclamas de fin de jornada el locutor de turno nos recordara cada día su nombre y pertenencia a la Cadena de Ondas Populares Españolas. También había emisoras en Ponferrada, en Astorga y en Villablino.

Umbral hacía lirismo con la cenceña del orteguiano paseo peraltado sobre el río, mientras Crémer encendía las luces de la ciudad, leía sus cartas a la tía Federica o se resabiaba los lunes con el pelotón culturalista. Don Bernardino ponía un contrapunto de desenfado al bordoneo vespertino del rosario en las ondas. Eran los primeros años de la que luego se llamaría década prodigiosa y Umbral salió despedido para Madrid por un conflicto con los pololos del Círculo Medina, dejando el legado de unos textos leoneses que ahora prologa en Planeta Luis Mateo Díez. Mientras celebramos la radio pionera de Carnicer y Crémer.

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