Diario de León

FUEGO AMIGO

Los señores de la nieve

Publicado por
ernesto escapa
León

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La comarca de Tierra de la Reina ocupa la cabecera del río Yuso, uno de los ramales que antes del embalse daban origen en Riaño al Esla. De los nueve pueblos de la comarca, seis se asientan a orillas del Yuso, entre el Puerto de San Glorio y una de las colas del embalse, y los otros tres en las empinadas revueltas que la carretera traza entre Boca de Huérgano y el Puerto de las Portillas. En la pendiente leonesa de San Glorio se colocaron en los años setenta los carteles de la estación invernal Esla 2000, a cuya promoción puso cara el futbolista de la época Carlos Alonso Santillana, que descendía de Llánaves, el pueblo de la comuna labriega. Pasó el calentón inicial, se jubiló el rematador y la cartelería del puerto fue siendo derrotada por la implacable voracidad de los inviernos. Con la última burbuja, aquel voluntarismo comarcal fue relevado por el empeño de las instituciones, sin ponderar en su justa dificultad las trabas conservacionistas.

Actualmente, el vecindario de Tierra de la Reina apenas despunta el medio millar de habitantes, cuando hace cuatro décadas sumaba más de tres mil. Pagaron un alto precio en emigración por el embalse de Riaño, que estranguló definitivamente la comarca. Besande y Valverde de la Sierra son los dos pueblos de Tierra de la Reina que vierten aguas a la cuenca del Carrión. Valverde se cobija a la sombra del Espigüete, un pico mítico para los montañeros, especialmente los palentinos, que lo reclaman como suyo. A lo largo de siglos esta peña le proporcionó a Valverde uno de sus medios de vida estacionales: el negocio de la nieve. El Espigüete tiene en su cara norte y a una altura considerable una inmensa oquedad que guarda la nieve invernal en grandes cantidades y la conserva hasta los meses de más calor.

Los neveros de Valverde tenían la habilidad y el arrojo de rescatar la nieve de noche y bajarla en costales a hombros hasta la collada de Arras, donde la cargaban en carros protegida con paja, paños y mantas. Luego, haciendo camino nocturno y reposo a la sombra de día, la llevaban hasta Palencia y Valladolid, donde se usaba como conservante, de lenitivo para las dolencias agudas y también como refresco. Al marqués de Valverde el negocio de la nieve le dio para levantar palacio en Valladolid con una jugosa leyenda de amor y despecho. Así que la relación comarcal con las industrias de la nieve viene de antiguo. Esa tradición debiera haber servido para evitar el resbalón con el proyecto de San Glorio, que ha alimentado ilusiones sin fundamento. La calamitosa deriva de otras actuaciones, cuya herencia le toca limpiar a Antonio Silván, nos advierte que mejor olvidarnos de aquella película. Tierra de la Reina y San Glorio nos aguardan con su gancho natural.

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