Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

Creado:

Actualizado:

H acía mucho tiempo que no escuchaba el nombre de Pedro Cotado, a quien no conozco personalmente. Pero me acuerdo bien de la primera vez que lo leí: en el semanario Aquiana de Ponferrada, hacia el año 1970. Él era un escultor joven, un artista gallego que se había instalado en Cacabelos. También recuerdo, vagamente, que era amigo de Prada. De cuando Prada era un joven heterodoxo que circulaba por el Bierzo con un Renault 8 donde el parachoques era un yugo y las puertas de madera.

Cotado acaba de publicar un libro de versos titulado Romance sangrante de España y de Europa , y se une así a un espléndido grupo de poetas bercianos, tantos poetas de años pasados, y de los actuales. Todos bien diferentes entre sí pero todos visiblemente enraizados en el agua y el aire de este valle. Aunque algunos vivan lejos y hayan modelado su identidad con otros matices.

Pedro era un viajero del arte que arraigó en Cacabelos, que es un lugar muy placentero, a la vera del monte Bérgidum que le da nombre y altura histórica. Junto al río Cúa, entre jardines y árboles, la villa es un territorio que invita a la contemplación, al vino y al gozo. También a la melancolía, claro, y a la reflexión crítica. Como hace Pedro Cotado con este poemario, obra de madurez, empeño que remite a una larga vida fecunda y humilde. Podríamos decir que el poeta, con su vida, abre una puerta hacia el pasado y el presente al mismo tiempo.

Digo pasado porque Pedro conoció y formó parte de un Bierzo del arte y las letras que se nos ha ido. El de aquellas personas estupendas que había en la comarca cuando él empezaba. Pienso en Norberto Beberide, el gran piscator villafranquino, pintor, bohemio, escritor y repostero; en Manolita López, cacabelense, autora de libros de versos ardientes, que brotan de un dolor cruel: ser la viuda de un hombre asesinado por el odio de la guerra civil. Pienso en Felisa Rodríguez, la maestra que desde la altoberciana Noceda escribió, descubrió ruinas, ayudó siempre a que todos tuvieran una vida más lúcida y digna. En Ignacio Fidalgo, que logró sacar su revista Aquiana, siempre con su claro marchamo cultural, durante casi cuarenta años. En Paco González, El Inglés, de Toreno, ilustre e hiperactivo profesor e investigador en Nueva York y en tantos otros lugares. Pedro forma parte de aquel Bierzo del espíritu y sobre todo del actual, fundidos ambos en el corazón, la memoria y la búsqueda. Y todo ello bajo el magisterio de nuestros padres tutelares, don Ramón Carnicer y don Antonio Pereira. Ellos están al fondo de todos, y nos animan a ir más lejos cada día. Sin dejar de estar cerca, claro.

Pedro se abre ahora a la literatura. Sus palabras han de ser muy sabias porque vienen del fondo de una vida. Que seguro que aún tiene mucho que ofrecernos. En las artes plásticas y en el arte de la palabra. En la sencillez y en el compromiso.

tracking