Diario de León
Publicado por
Antonio Papell
León

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C ándido Méndez, secretario general de la Unión General de Trabajadores desde el 10 de abril de 1994 —más de veinte años en el cargo— ha anunciado que piensa retirarse en 2016.

La noticia es ambivalente porque, por un lado, el anuncio de una renovación suscita esperanzas ya que parece que por fin se podrá plantear la reconstrucción de los sindicatos, unas instituciones que tienen consistencia constitucional pero que han alcanzado un grado de decrepitud tan lamentable que incluso está en cuestión su propia supervivencia.

Pero, por otro lado, parece absurdo tener que esperar dos años todavía para llevar a cabo un saneamiento que a muchos se nos antoja sencillamente inaplazable.

De hecho, varias federaciones de UGT han pedido que el cambio se adelante a 2015. Si bien otras prefieren que se aplace hasta 2017.

El sindicalismo, cuyo papel ha sido fuertemente desactivado por la reforma laboral de 2012, está sumido en un descrédito gravísimo.

La fortuna oculta del histórico sindicalista asturiano de Soma-UGT José Ángel Fernández Villa es paradigma de una decadencia tan seria que será muy difícil de revertir. Y la secuencia de escándalos que ha protagonizado UGT ha sido muy destructiva.

En Andalucía, el sindicato que fue socialista en sus orígenes está envuelto en el caso de los EREs, con implicaciones de la secretaría general de la región; asimismo, la UGT aparece como actor principal en el fraude de la formación en Andalucía y en Madrid, como mínimo; y conocidos ugetistas han figurado en la ominosa lista de los poseedores de ‘tarjetas black’ en CajaMadrid.

El otro gran sindicato, Comisiones Obreras, aparece en alguno de estos escándalos pero con una implicación menos intensa.

Sobre este trasfondo, los sindicatos mantienen una vida lánguida, en un ambiente totalmente opaco en cuanto a afiliación y a finanzas.

Y sin embargo, su papel debería ser relevante para mantener vivo el diálogo social, que es un elemento creativo del sistema empresarial y un lubricante insustituible del modelo capitalista.

De cualquier modo, o los grandes sindicatos se modernizan y replantean su papel o mejor será que cierren definitivamente para dejar de ser el inane foco de corrupción que a todos nos ha escandalizado y que bien poca ayuda ha prestado a la clase trabajadora.

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