Noches largas

T erminó noviembre sin cumplirse tantas cosas como antes le endilgaba a este mes la tradición popular y el refranero, que es su biblia... se fue sin gloria un mes tacaño de personalidad desde que perdió las ferias de san Andrés (con su trato firmado con callos o bacalao como en Mansilla) y sus históricas matanzas, que se empadronan ahora en diciembre (aunque traiga blandura el aire), justo en estos días que ya se conocen como Puente del Gocho y no de la Constitución, carta magna cuyos artículos nadie ha leído con la misma emoción y atención que prestamos a los artículos porcinos... tan re-constituyentes.

En diciembre duermen las noches más largas de año y, si no las más frías, sí son las más destemperadas y morugas si han de cruzarse en solitario y sin un arímate pacá, zagala, que me vas a coger un catarrín ... son esas noches que traen murria... y para el solitario a su pesar, cancamurria, la que acorcha el corazón o lo incinera si sus orejas advientan ya el ruido de las Pascuas... y recordarás que en esta situación de solateras hastiado y agrio está un millón y medio de ancianos en España, no tienen a nadie para el arímate pacá o el arímate pallá ... y para ellos las noches de diciembre son eternas porque, además, el insomnio o sus herrumbres se las parten en tres.

Estas noches largas se hicieron para otras cosas, para volver pronto a la guarida, templarse con un caldo y con un beso, charlar quedo, leer con musiquilla, enroscarse, tejer bufandas o aficiones, embobarse con fuego de leña de la que arde, arrimarse, reír, jugar a cosas... o murmurar en una mesa-camilla cuyas faldas levantan los críos para convertirla en su cabaña o en observatorio del secreto de otras faldas... y ya que hay críos en el horizonte, son noches para simular un apagón, todo a oscuras, se encienden velas, a tomar pol culo teles y videojuegos, papá enchufa a su cara una linterna desde la barbilla y larga un cuento de terror que espeluzna a unos rapaces que nunca olvidarán esta noche tan distinta por un apagón inventado... después vienen chanzas o canciones... y entonces, el solitario anciano del piso de abajo decide empezar a morirse de pena.