Diario de León

FRONTERIZOS

La Casa de la Portera

Publicado por
miguel á. varela
León

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E l otro día conocí, por fin, La Casa de la Portera, así, con esas mayúsculas nominativas que no mienten. Este singular espacio escénico enclavado en el corazón de La Latina ocupa lo que fue humilde vivienda de la portería en un inmueble tradicional de uno de los barrios más castizos de Madrid.

Desde hace un tiempo, sus habitaciones de techos altos y luz escasa, de hornacinas con vírgenes, molduras en los zócalos, puertas de doble hoja y ventanas de vidrio opaco que dan a ninguna parte, son un lugar que revive todos los días con los fantasmas a los que dan vida artistas que han ocupado el inmueble para contar historias a un reducido público de apenas un par de docenas de espectadores por sesión.

Es una de las imaginativas salidas a la crisis del modelo teatral que sufre el país. Una propuesta «a la argentina», inspirada en la proliferación de pequeñas salas abiertas en viviendas particulares durante el periodo del corralito en Buenos Aires, que no es solo la capital del tango o el paraíso de los psicoanalistas sino también una de las indiscutibles capitales mundiales del teatro.

Algunos de los protagonistas de aquellas iniciativas, como Tolcachir o Veronese, son hoy reputados directores con la agenda llena de encargos. De la misma forma, entre las humildes paredes de La Casa de la Portera se han parido proyectos escénicos unánimemente aclamados por la crítica y convertidos en piezas de culto para el público más enterado.

El teatro es imaginación y de eso no ha faltado en estos catastróficos años. Hay quien ha vendido zanahorias o revistas porno regalando a cambio una entrada para la función, dejando en evidencia de paso a un gobierno que grava la teta impresa con el 4% de IVA y una representación de Calderón con el 21%. Otros ofrecen una cerveza a cambio de la entrada o el llamado «pay after show», en el que cada uno decide el precio de la obra después de ver la representación.

Gracias a éstas y a otras iniciativas, el teatro español sufre la paradoja de vivir uno de los mejores momentos creativos de su historia en el peor de los escenarios económicos y con el peor de los panoramas políticos que se recuerdan.

Al salir de La Casa de la Portera me acordé de los colegas que, en la capital de esta provinciana provincia, se han liado la manta a la cabeza y han abierto el Teatro San Francisco como espacio estable de programación. Desde lo estrictamente privado, sin mayores coberturas presupuestarias públicas y con el objetivo de complementar la programación municipal y universitaria de León, el proyecto encaja en ese contexto de búsqueda en el que está volcada la escena española. Y a sus promotores solo se les puede desear una grande, inmensa, gigantesca, ¡mierda!

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