Diario de León
Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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O maña, la comarca que los romanos encontraron poblada de hombres como dioses, ha quedado convertida por la emigración en una reserva natural. Sólo Riello, que preside su entrada, plantea iniciativas de futuro. Aunque no sin polémica. A comienzos del pasado siglo, un agustino de Rosales pedaleó las vaguadas y lomas de Omaña para dibujar un minucioso inventario de rastros antiguos y remotos testimonios. Se llamaba César Morán y consumó sus pesquisas en bicicleta, entregando más de un jirón de la sotana al mordisco de los careas. Luego, aquel arqueólogo ciclista reunió sus excursiones en varios libros provinciales, que al cabo de casi un siglo se han convertido en el inventario más jugoso del legado de los tiempos en Zamora, Salamanca y León. En lo que se refiere a Omaña, por ser su tierra, con algunas manías.

Para el fraile de Rosales, por citar un par de ejemplos, el río Órbigo no era el resultado de la confluencia en Santiago del Molinillo de los cursos del Luna y del Omaña, sino que desde sus fuentes este era el Órbigo. Y similar trasteo manejó con el nombre de la comarca. Según sus conjeturas, Omaña era el Valle Gordo, y lo demás, tierras adosadas. El recorrido longitudinal de Omaña lo hace en cuatro capítulos, con continuas derivas por el peine de sus valles laterales. El relato combina sabrosas disquisiciones y renuncios ultramontanos junto a pícaras costumbres, que cuando suben de tono las disimula en leonés.

Al margen de las pesquisas arqueológicas del padre Morán, la comarca que expande su soledad en torno a Riello ha recibido otras miradas literarias. Es el territorio donde se forja el pícaro Peralvillo de Omaña, ideado en 1919 por el agustino David Rubio en la lejanía de su misión bostoniana. Y también el universo demarcado en sucesivas aproximaciones por don Florentino Agustín Díez, la última en un volumen impagable, compartido con sus hijos Luis Mateo y Antón Díez. En sus páginas, el sabio don Floro bautiza a Omaña como Valle de la Resistencia. Riello tiene un poeta estremecido en Luis Miguel Rabanal, que aborda la madurez golpeado por el maltrato de todas las contrariedades, náufrago en la isla de su talento.

La plaza de Riello ha conocido en el último siglo los mercados más concurridos y las jornadas de protesta de este valle de resistentes. Y eso que apenas es plaza, sino un espacio escalonado en la pendiente del pueblo, que ensancha el paso de la carretera.

Aquí firmaron los pedáneos de Villamor la Suplicación a la Soberanía Nacional pidiendo que fueran abolidos los tributos señoriales del Pan del Cuarto y medio siglo después concentró el rechazo al embalse que amenazó al valle. En la parte baja un hermoso torreón blasonado de piedra gris pregona con orgullo su memoria.

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