EDITORIAL: El renacer del ladrillo sería el mayor yacimiento de empleo

La explosión de la burbuja inmobiliaria en 2007 precipitó una serie de crisis entre las que la financiera y la laboral han sido las que han provocado mayores daños a la sociedad española. El sector clave en materia de empleo, el de la construcción, se paralizó de una manera insospechada en apenas unas pocas semanas. Los bancos cerraron el crédito y los ciudadanos optaron por el cauce de la precaución, lo que disparó los efectos más allá de sectores concretos hasta generar un largo lustro de parálisis económica que apenas empieza hoy a exhibir un cierto cambio de tendencia. Y uno de los mayores daños que generó ese pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue la pérdida drástica de puestos de trabajo en un sector que precisa mucha mano de obra y además en materias donde la preparación necesaria es escasa. El boom del ladrillo incluso empujó a miles de jóvenes a abandonar prematuramente sus estudios porque en la construcción existía una fuerte oferta de empleos y además muy bien pagados.

Pero, en pocos meses, esa paralización de la obra privada, a la que se unió la obra pública como consecuencia del frenazo que sufrieron los ingresos de las administraciones, envió a las colas del Inem a todos estos jóvenes y también a personas que llevaban décadas en el mundo del ladrillo y que presentaban pocas posibilidades para reintegrarse en el mercado laboral.

Ante esta coyuntura lo mejor que puede darse para que el paro descienda es una recuperación del mundo del ladrillo. Su capacidad para generar puestos de trabajo apenas se da en otros sectores. Que los andamios y las grúas vuelvan a las ciudades sería muy positivo. Aunque sea para reformar viviendas ya existentes. Los cambios legales están facilitando hoy las cosas y el crédito empieza a renacer. Si llega la confianza las cosas podrán mejorar notablemente en la construcción.