Diario de León
Publicado por
Manuel Alcántara
León

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N ada me ha enseñado más sobre la naturaleza humana que visitar el vestuario del vencido, después de un combate importante. ¿Dónde estaban sus amigos, que le palmeaban las anchas espaldas y le llamaban campeón antes de poner en juego el título? Aunque supieran que todo título y toda victoria es un juego que en buena parte, que es la peor, dominan los tahúres ¿Por qué se llevan tan mal los perdedores? Quizá porque no es más fácil repartir equitativamente los males gananciales, pero debieran ser más coherentes y menos crueles.

José María Aznar le echó una bronca, por cierto en saco roto, a Mariano Rajoy. Todos llevan mal la derrota, salvo los que antes se han llevado todo lo que podían y un poco más. Sólo los que se proclaman antisistema no están descontentos, pero los sistemáticos insisten y se enrocan en sus posturas, aunque sean muy incómodos. No hay nada como un fracaso para hacer una criba de hinchas. Los partidarios huyen de sus partidos para refugiarse en otros, guarnecidos por algún pacto donde puedan caber hasta las próximas elecciones. Surgen propuestas nuevas y los eventuales líderes se disponen a escucharlas. El objetivo común es ahora cargarse el bipartidismo, que no siempre ha sido una serpiente aunque haya reptado por la selva nacional.

Las lenguas bífidas van a seguir hablando por lo menos hasta que se cure de su lesión Messi y se reponga de su relativo planchazo Artur Mas. La pugna por el liderazgo en la crisis siria, que terminará por afectarnos, se ha diluido de momento. «Lo pequeño mío es grande», decían los latinos, y lo que más nos importa es nuestro pequeño país, empeñado en ser más chico todavía si España se queda sin Cataluña y, sobre todo, si Cataluña se queda sin España. La solución para vivir juntos puede ser irnos todos a Marte, donde la Nasa ha hallado nuevas pruebas de que hay agua. Por lo menos, si no hay fuentes, quedan charcos. Como después de las elecciones comarcales.

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