Diario de León

CUERPO A TIERRA

Ciudad del chicle

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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Aquello que te critiquen, cultívalo, porque eso eres tú, vino a decir Cernuda, al que recuerdo al leer las declaraciones de Silván al respecto de que las calles de León están estercoladas de chicles, esas sustancias efímeramente sabrosas y de consumo sobre todo juvenil que antaño se elaboraban a partir de la savia de un árbol y ahora se fabrican con cola vinílica o con xantano, esos polvos que los aspirantes a Top Chef le echan a una sopa para transustanciarla en un gel en menos que canta un gallo.

La pulsión principal, en estos inicios, del alcalde Silván se ve que es mantener las aceras impolutas y los suelos como una patena: se baldeó la plaza de San Marcos cuando un «incómodo» artista escribió con tiza los nombres de los represaliados a causa de la guerra civil y ahora la ha tomado con ese metro cuadrado repleto de pegotes, que ser es una guarrada pero no pasa de ahí si se compara con los problemas que acucian a la ciudadanía. Se ve que el señor alcalde, además de sonreír mucho, pasea contemplando mayormente el suelo, lo cual está muy bien porque algún día se fijará en los baches y socavones, que esos sí son responsabilidad del ayuntamiento.

La invitación a que los leoneses miren a tierra, realizada por el alcalde como «ejercicio de reflexión», además de innecesaria, porque aquí siempre hemos sido bastante bueyes y además ahora como conjunto somos muy ancianos, a mí me parece provocativa de necesidad, exactamente de hacer la necesidad virtud y, siguiendo la conseja del poeta, sopesar la posibilidad de cultivar esa singularidad marraneta nuestra. Potenciándola con un plan, tras convocar un concurso de ideas, y publicitándola a través del consorcio turístico que exista ahora, quizá nos convertiría por fin en un centro de turisteo de primer orden, con estancias de más de un día de duración. No hay más que darle una mano teórica al asunto, en plan «performance» poscontemporánea, construyendo un discurso, que es lo que hacen todos los pintores que no pintan. León, ciudad del chicle: «contemple la metáfora celeste, el sutil diálogo entre lo fugaz y lo perenne». A mí, con ser la vida orgánica de los chicles sólo cinco años, me parece un proyecto mucho más sólido que el del Grial. Los visitantes se iban a quedar, literalmente, pegados.

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