EDITORIAL: Trampa que amenaza el futuro de la cecina

La Cecina de León es uno de los productos más emblemáticos de la provincia. El singular éxito de la agroalimentación que ha conseguido acumular hasta un total de 16 sellos de calidad vive una situación totalmente anómala en el caso de la cecina. Su indicación geográfica protegida (IGP) sufre desde hace años una merma continuada de la producción que obtiene el marchamo de calidad. Es el único elemento de la agroalimentación leonesa que no crece y que se ha visto sumido en una grave crisis hasta el punto de ponerse incluso en peligro la supervivencia del sello de calidad.

El mercado marca las tendencias y hoy se produce mucha más cecina que hace apenas unos años. Pero los productores optan por evitar el uso del sello de calidad hasta el punto de que únicamente una de cada diez piezas elaboradas pasa a través de los controles del marchamo de calidad de la IGP. Una situación que sin duda beneficia a los productores al facilitar el uso de otras partes del ganado vacuno en el momento del despiece pero que puede convertirse en una trampa de futuro al acabar minando la auténtica cecina de León, en la que no deberían tener cabida la línea B por la que se apuesta en estos momentos.

La crisis de la IGP tiene un traslado también a sus órganos de gobierno y en estos momentos los productores llevan al consejo regulador a permanecer en una situación de interinidad a través de una gestora. La grave crisis de la Cecina de León parece abocada a mantenerse en el tiempo porque nadie ha querido presentar una candidatura a las elecciones a este consejo que finalmente no se han celebrado.

Para las empresas de la cecina la actual situación les genera unos beneficios importantes al usar piezas de línea B destinadas a nuevos consumidores e incluso a la exportación. Pero el problema es que están poniendo en serio peligro un marchamo de calidad que, según todos los expertos, es la clave del verdadero éxito más allá del corto plazo.