Diario de León
Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

Creado:

Actualizado:

L a histórica villa de Sahagún fue proclamada muy ejemplar ciudad hace setenta y cinco años por la República. Es el penúltimo episodio de una historia milenaria, que dejó su legado en esta encrucijada del Camino de Santiago marcada por la ambición y el poder de su monasterio. No puede entenderse Sahagún sin la doble referencia jacobea y monástica. En su época de esplendor, los peregrinos descansaban un par de días, se bañaban y comían truchas antes de volver al camino. Ya en el siglo trece, Sahagún era un lugar de perdición, con bailes orientales y mucho juego en las tabernas. Según el francés Guillaumat, las muchachas musulmanas practicaban el desnudo. Así que los peregrinos piadosos esquivaban la villa, mientras muchos olvidaban sus pasos y la escogían para quedarse. Cunqueiro la bautizó como Pigalle del Camino.

Hace unos años, se descubrieron los dormidos atractivos de la capilla de San Mancio, que fue la primera obra del mudéjar de Sahagún. Próxima a las ruinas de San Benito, todavía enmascaradas con el caparazón del cuartel deshabitado, San Tirso sigue desafiando a los vientos con el arpa de su torre, que Federico García Lorca imaginó levantada y sostenida por un duende. Punto de partida hacia los altos de la Peregrina, pendiente de albergar el Centro de Documentación Jacobea después de su rehabilitación. Porque abundan los retrasos en Sahagún. En su origen, la Peregrina fue un convento franciscano del que ya sólo quedan los cimientos del huerto y algunos restos de sus tapias. Este alejamiento del centro se explica por el poder de los benedictinos, que también distanciaron una legua aguas arriba a los dominicos de Trianos. Felizmente, se conservó la iglesia, que acoge al final del laberinto la capilla funeraria de los Sandoval, adornada con policromías mudéjares en yeso. Al exterior, los arcos ciegos del muro realzan su estética oriental con la luz matizada del crepúsculo.

La iglesia de San Lorenzo revela el esplendor mudéjar de la Escuela de Sahagún. Al contrario que en San Tirso, aquí el mayor interés está en su interior: el retablo, varias piezas escultóricas, la platería y algunos relicarios más o menos apócrifos. A espaldas de la iglesia se tienden calles y casas que evocan la fisonomía del viejo barrio judío. Aunque la lima del tiempo se llevó por delante la iglesia mudéjar de Santiago, todavía quedan más templos de interés en Sahagún: una abundancia que ya extrañó a Ponz y que delata el dominio eclesiástico sobre el burgo pecador. La iglesia de San Juan de Sahagún es vecina de la Trinidad, recuperada de la ruina para su actual servicio como auditorio y albergue de peregrinos. La dimensión del despojo artístico de Sahagún se atisba visitando el museo de las benedictinas.

tracking