La opinión del lector

Cuando el interés general es lo de menos

C uando pensaba que lo importante era España. Cuando creía que el objetivo era la unidad para afrontar juntos las amenazas externas. Cuando durante años escuché —no sin desagrado— aquello de «las dos Españas», y observé cómo cualquier tema de interés general —por nimio que pareciera— se pasaba por dicho tamiz. Cuando esa dicotomía ya me parecía impropia, por condicionar lo suficiente a la ciudadanía. Nos pidieron votar. Y acudimos, papeleta en mano, con la intención de que el resultado fuera el mejor posible para todos. Dicen que el pueblo siempre tiene razón. Y que les hemos hecho un traje. Razones para ello había. Se precisaba un cambio. Y vaya si lo habrá. Unos se encomendaron a la recuperación económica y la estabilidad política, despreciando la abstención. Otros partían no inspirando confianza, al ser incapaces de vislumbrar el inicio de la crisis. Y de aquellos lodos, estos emergentes. A los que nadie explicó —que de momento, al menos— jugarían un papel secundario. Tampoco a nosotros nadie nos dijo que lo que les importa no es lo primero, sino su ideología partidista y sus cabezas de lista. Así las cosas, el Partido Popular —ahora sí— solicita la abstención de Ciudadanos y PSOE —dividido en dos por el propio Iglesias—. Izquierda Unida piensa en renovarse y Podemos ha resultado preso de las nuevas tres Españas —Galicia, Cataluña y Valencia—.

Y es que dos más tres son cinco. Sin contar otros casos, como País Vasco, Navarra o Canarias —que serían ocho—. Dicen que la solución ahora pasa por darle otra vuelta. Hice bien en comenzar —y lo sigo haciendo— escribiendo en pasado. Pobre España.