León con garra
Las primeras veces de los productos de León se hicieron ver como una aventura tan arriesgada que el cainismo visigodo lo vistió como una ocurrencia propia de iluminados; en aquella carpa de Santa Nonia se elevó el primer santuario para un camino de desarrollo que no ha dejado de avanzar; hasta asomar a los setenta y siete expositores que hoy cerrarán la feria de lo que sale de la tierra de León, del empeño y la tenacidad del sector primario. Y el compromiso político con la promoción y la transformación, para hacer realidad a esa aspiración secular de reunir en la misma sala al predicador y al que da trigo. Ay, qué sería de León si en otros escenarios se avistara una milésima parte del codo a codo que trasciende del colmado inagotable de alimentos producidos en León. Ay, si esas centenas de artesanos conocidos y prestigiosos contaran con el parapeto de la legislación y el mimo que Francia, la gran alacena del campo europeo, no olvidar el detalle, concede a sus obradores; ay, León, cuánto valor añadido dejaría de escapar, y con él las oportunidades de empleo y de ser más, como la ribera navarra y la vega del Ebro. De aquel León con garra que contagió a la incipiente promoción agroindustrial leonesa en los noventa tiene un esqueje cada brote nuevo que ha sucedido en este tránsito, hasta hacer de León un sinónimo de marca contundente, apreciada y apetecible. Damos cuenta por el paladar en estas fechas del Pilar, porque Asun G. Puente se afana en cada edición como embajadora de la muestra en la redacción; y acerca presentes, pruebas de fe, de lo que se cuece en ese cóctel que cada mes de octubre viene a saciar las dudas sobre si en las comarcas leonesas hay o no talento, inspiración, o inquietudes; así supimos de los matices celestiales de un queso de leche cruda de oveja de Toral de los Guzmanes; o que el chorizo del valle de Geras cunde como dios al filo de la navaja que se guarda del año anterior, arma exclusiva para hacer terrenal este sacrificio a Baco; y esas barras de chocolate que florece en Castrocontrigo como el cacao en las faldas de las América tropical. Se antoja que todo lo que sale a relucir en ese rondo de alimentos leoneses pertenece a lo más íntimo de esta tierra; como el reconocimiento social que merecen; igual que las abejas, que liban las mismas flores que las avispas, pero la miel ... ay, la miel.