Diario de León
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NUBES Y CLAROS. MARÍA J. MUÑIZ
León

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Te voy a decir algo que no te va a gustar». Y le dijo lo que todos los presentes llevaban pensando desde el inicio del debate. Lo sabe él y lo saben los suyos, por más que algunos insistan en una argumentación tan ilógica como ofensiva para otros colectivos afectados por los no-horarios, no-festivos, sí-adaptación y rentabilidad.

Diario de León y Abanca organizaron esta semana un foro de debate sobre las perspectivas del comercio, la hostelería y el turismo. Un asunto que debería caminar acompasado, pero parece discurrir en una divergencia que, en el fondo, tiene un sendero de lógica aplastante que parte del tejido micro-micro empresarial del comercio local parece no querer asumir. Está en su derecho, pero los argumentos se le acaban. O reacciona o no, está en su mano; pero se agota el tiempo de mirar para otro lado.

León capital (incorporar la provincia a esta dinámica es una exigencia que no puede demorarse) vive dos ritmos cada siete días. Uno de lunes a jueves, otro de viernes a domingo. El de los que permanecemos y el de los que vienen y se van. Una fractura que gana terreno en términos de rentabilidad.

León se llena desde el viernes-tarde de consumidores ávidos de ocio, paseo, tradición, tranquilidad y tapas. Sí, tapas, de lo que siempre hemos presumido y lo que parece que ahora nos pesa. Dicen que quita negocio a los restaurantes. Yo recomiendo un paseo vinogastronómico por cada vez más localidades del país para comprobar (yo lo hago con inmenso placer) que se prodigan las cenas de gastrominidelicias (que tomen nota las tapas ‘tradicionales’) a través de rutas de locales en los que no sabrías cuál elegir, porque todos tienen enorme atractivo. Y propuestas con una calidad e innovación directamente proporcional a lo que te cuesta llegar desde la puerta a la barra. El ocio hoy se devora a pedazos. Gana el más intenso.

El comercio local llora porque la macrorrecuperación no llega a sus microcajas registradoras. Reclaman el ‘León, ciudad de compras’ como destino turístico, pero justo cuando llegan los paseantes turistas de la compra-capricho, esos que por unas horas escapan a la red de cadenas y franquicias universales, cierran sus puertas. Abrimos en lunes, cuando usted ya se ha ido. ¿Por qué el comercio ‘de cercanía’ no se beneficia del aluvión turístico que nos adorna, mientras sigue lamentando la atonía local? Blanco y en botella,...

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