Diario de León
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AL TRASLUZ. EDUARDO AGUIRRE
León

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Aún no recuperados del soponcio de la elección de Trump, hemos tenido que desayunarnos con esta noticia en Diario de León, procedente de Cádiz: «Un loro denunciado por silbar el himno del Barça». Qué vergüenza, adónde vamos a llegar. Por lo que a mí respecta, que el peso de la ley caiga sobre el animal. Un vecino de la escalera ya no puede más y ha presentado la denuncia. Bien hecho. Que el gato del señor Puigdemont silbe esas cosas, incluso peores, no ha de extrañarnos porque los animales domésticos aprenden lo que escuchan en casa. Pero es que en este caso el propietario del susodicho es madridista confeso, lo que le convierte en la principal víctima de la tortura acústica, con el agravante del recochineo. ¡El himno del Barça! También esto ha de contar como maltrato animal. Hay que ser retorcido. Podían haberle enseñado a silbar a Jennifer López. O la marcha sobre el río Kwait. O a soltar expresiones celanas. Además, no respeta ni la hora de la siesta. Una tortura insoportable. Al preguntarle la policía al propietario cuál era el nombre de su mascota contestó: «Loro». Algo escasín incluso para un ídem. Aunque, claro, lo mismo sus apellidos son de noble plumaje. O tiene un alias epatante. En «La isla del tesoro», el que portaba John Silver sobre su hombro se llamaba Capitán Flint. Aunque Stevenson no lo especificase, resulta evidente que el loro era blanco. Y pobre de aquel que se le hubiese ocurrido enseñarle el himno del azulgrana.

Ah, lector. No son mis neuronas de columnista las que patinan, sino las de la actualidad política. Abres el periódico y lees noticias estrambóticas: «Echenique (Podemos) quiere que Aragón sea un país dentro de España». Y eso que el maño Paco Martínez Soria encarnó el arquetipo del cateto español. Nadie portaba como él la boina.

Menos mal que los estorninos que nos invadieron eran y son del Madrid, porque hubiese sido insoportable tanta sinfonía culé en el Paseo de la Condesa. Seamos racionales. El loro de un madridista no puede silbar el himno del Barça, ni siquiera en un balcón gaditano. En los Estados Unidos de Trump esta broma le saldría al pájaro por un millón de dólares. Y si además no tiene papeles, entonces, de la jaula... al trullo.

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