Taifas y tarifas
El contrabando y el estraperlo parecían cosas de otros tiempos, al menos hasta que los populismos asaltaron la Casa Blanca para otorgar nuevos bríos a las fronteras. Las ansias por derribar muros parecen caducas cuando uno contempla el panorama político de quienes se empeñan en aplicar en cualquier espacio ese invento futbolero del spray de los árbitros, para crear líneas infranqueables aunque volubles al libre albedrío. Pero lo del derribo de las barreras ha sido en España, como con tantas cosas, una acción más propia de Mister Hyde y doctor Jekyll, al colocarnos siempre que nos dejan en la primera línea para suprimir fronteras en Europa mientras las favorecemos en el mapa interno.
La lectura de la prensa pone a las claras a diario problemas graves que plantean las autonomías tal y como se han ido consolidando. Para desheredar a los hijos sólo hay que empadronarse en tal comunidad, si quieres superar un examen ve a tal otra, si deseas una gasolina más barata trasládate hacia allá, si quieres ahorrar tal impuesto... o que vacunen a tu hijo gratis... Un sinfín de desigualdades, e incluso de injusticias, que reclaman atención real de quienes diseñan nuestro futuro.
La Conferencia de Presidentes sacó a la luz las diferencias fiscales y las nevadas, donde no se las esperaba, exhibieron la ausencia de medios en una comunidad mientras estaban parados los de la vecina a pocos kilómetros. La gestión de los ríos o de los incendios facilitan un listado de esperpentos a los que últimamente se intenta poner remedio con cumbres interautonómicas para ‘suavizar fronteras’ que por su complejidad parecen más propias de las que organiza la ONU en los puntos calientes del Planeta.
Hasta no hace mucho ante un accidente en Pajares había que esperar una ambulancia cruzando el Rabizo. Si era en la otra vertiente, un helicóptero hacía el traslado en minutos al Hospital de Oviedo. Una diferencia que era literalmente cuestión de vida o muerte. Hace unos días escuché a un médico comentar que si la sociedad no es consciente del derroche económico sanitario ‘pluriautonómico’. Al tener 17 equipos preparados para hipotéticos trasplantes hepáticos... y 17 para una infinidad de servicios. Gastos con criterios territoriales cerrados hacia las propias comunidades. Incluso con criterios de malabarista en repartos internos. Referencias nacionales como Valdecilla, que crecieron con ingentes inversiones de todos, están ahora para atender sólo a los de casa. Son taifas con una dura tarifa. Y eso que las autonomías eran para servir al ciudadano...