Diario de León
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SILUETAS gonzalo ugidos
León

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D ecía Borges que la patria es la menos perspicaz de las pasiones porque es propia de primates. De hecho, suele ser el último refugio de los canallas, también de los asesinos que la invocan a favor de unanimidades forzosas y de la exaltación del ombligo propio. Por las patrias se muere y, sobre todo, se mata. Los que nos hemos criado en el País Vasco y a pesar de ello hemos conservado alguna lucidez estamos vacunados contra ese veneno que ciega a los iluminados y genera sensibilidades de tumba.

Viví los años azules de mi infancia y de mi educación sentimental en el País Vasco, coroné sus montes más altos, cuyos nombres —Gorbea, Amboto, Aitzgorri, Arbelaitz, Aitxuri— resuenan en mi corazón como una cuerda en un violín. En aquellos riscos pude ver la cara de Dios, pero también las oscuras maniobras en la oscuridad de las almas malversadas cuya pervertida gramática se muestra en Patria, una novela imprescindible —pocas lo son—. Su autor, Fernando Aramburu, refleja los años de adoctrinamiento fascista y degradación moral de un pueblo. Es una pulsión humana eso de buscarle explicaciones profundas a las cosas y yo he leído muchos ensayos  para entender lo que pasaba en los verdes valles vascos: a Durkheim y su análisis de la relación del individuo con la masa, a Noelle-Neumann y su teoría de la espiral del silencio, a Festinger y su estudio de la disonancia cognitiva; pero ninguno de esos libros, ni siquiera todos juntos, explican del todo los manaderos de lo que pasó en Euskadi bajo la lluvia. Ningún libro académico actúa sobre la conciencia como «el hacha que rompe el mar helado dentro de nosotros», que era lo que Kafka pedía a los libros para que valiera la pena leerlos.

La novela de Aramburu no cuenta nada que no sepa de sobra quien ha vivido en Euskadi en los años de Goma-2 y de silencio y, sin embargo, te hace más lúcido. Es lo que tienen las buenas novelas: esas mentiras que arrojan más luz que las verdades. Lo que no alcanza el ensayo lo logra una novela, que no explica sino que muestra. Lo que muestra Patria es la genealogía de un imaginario abonado por los poetas y los curas y consumado por los asesinos. Lo que muestra es un fenómeno de socialización de adolescentes de espinilla rebelde en la épica putrefacta de las mentiras criminógenas. Asqueado de los crímenes de los patriotas vascos, Jon Juaristi escribió un poema que resumía las razones por las que en el País Vasco había tantos asesinos: «¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes, / por qué hemos matado tan estúpidamente?/ Nuestros padres mintieron: eso es todo». Con la precisión de un entomólogo, Aramburu ilustra esa mentira con una de esas raras novelas que pinchan, muerden e iluminan.

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