Diario de León
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NUBES Y CLAROS. MARÍA J. MUÑIZ
León

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Investiguemos. Desde el principio. Hasta el infinito o más allá. A todos. A todo. A granel. Eso sí, apuntándonos los primeros. Suscribir la propuesta de investigación de quien ya se ha adelantado da grima y mala imagen, como cosa de andar ocultando qué sé yo. Eso hasta ahora no importaba. El pastel de lo ‘a esconder’ estaba repartido de forma equitativa, como para que nadie tirase la primera piedra.

Pero los tiempos han cambiado. Han llegado a la mesa petitoria de comisiones de investigación las fuerzas políticas renovadoras, que al menos de momento no tienen nada que esconder, aunque sólo sea porque en nada han participado. Y ahí se ha desatado el ciclón. Cajas de ahorro, burbuja inmobiliaria,... Todo es susceptible de ser destripado. Responsabilidades hay, de eso da fe el naufragio de miles de ciudadanos.

Tanto piden investigar, lanzando en alocada carrera a los partidos tradicionales en busca de un gobierno anterior al que colgarle el muerto, que la institución parlamentaria se ha visto obligada a poner orden. A dar número cual pescadería, porque todo el pasado no puede ser escudriñado a la vez. Lo tiene crudo. Más vale establecer el turno como cola del supermercado, porque como se atenga a las prioridades presuntamente delictivas la gravedad es tal que habrá de aplicar el protocolo de supervivencia en situaciones de emergencia.

El enzarzamiento político se dedica a mirar al pasado. Y hay mucho que escarbar. Pero urge poner la vista (y las medidas) en el futuro. Sin olvidar que lo que apremia es el presente.

Y entonces tarareo aquella canción de Silvio Rodríguez sobre los tres hermanos. El mayor iba tan atento a lo que iba a pisar que nunca el cuello se le enderezó, ni fue capaz de escapar de la precaución y el cortoplacismo. El del medio, en cambio, puso su vista en el horizonte. Tan listo que no podía ver la piedra que le hacía tropezar. Tampoco llegó lejos. Partió entonces el más pequeño, con lo aprendido. Y puso una pupila arriba y otra en el andar. Llegó más lejos que sus hermanos, pero acabó con la mirada extraviada: ojo puesto en todo, ya ni sabe lo que ve.

¿Qué moraleja sacar entonces? No podemos olvidar el pasado. No debemos renunciar al futuro. Sólo tenemos para vivir el presente. Y el arco parlamentario es un gallinero en busca de titular y crédito que deja en anécdota la desazón del acertijo del jodido y entrañable cubano.

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