Diario de León
León

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Siempre hemos tenido algo de catalanes, aunque al revés. No vamos a negarlo ahora. No nos serviría de nada vistos los resultados hasta este momento. Pero lo que no esperábamos es que fueran ellos quienes quisieran reivindicar su leonesismo, ni que encima eligieran la tribuna de la universidad de Harvard, donde esta semana se subió Carles Puigdemont para declarar que Cataluña tuvo el primer parlamento del mundo. Con poco más que el aval de un discurso de 1971 del violonchelista Pau Casals, el presidente catalán se saltó la declaración de la Unesco que concede a León su hito como cuna del parlamentarismo, conforme a las Cortes de 1188, y reescribió la historia a su favor. Nada extraño. Pasa a menudo: quienes no son capaces de escribirla hacia adelante empiezan a intentar cambiarla por detrás.

Visto que colaba, la semilla prendió más cerca. Quizá porque se da un aire a Puigdemont, pero con el flequillo hacia atrás, Alfonso Fernandez Mañueco, nuevo capitán plenipotenciario de los ejércitos del PP autonómico, aprovechó su discurso de entronización para asentar que Castilla y León es la cuna del parlamentarismo. Tal cual, todo junto, con la conjunción copulativa en medio; la que nos suelen clavar siempre por el mismo sitio, sin entender después de una treintena de años que se puso para separar, no para unir. Castilla y León, recalcó, fiel a la sinécdoque con la que quieren confundir el todo con la parte pues, por aquellos tiempos de Alfonso IX, León tenía reino propio, antes que Castilla leyes. Una comunidad histórica, porfió, aquejado del mismo defecto que su colega catalán.

La reivindicación de unas raíces que no son suyas, en ambos casos, coincide en la semana en que Rajoy promete 4.200 millones de euros de inversión para Cataluña, con el corredor ferroviario del Mediterráneo como apuesta clave. El anuncio se sucedió apenas días antes de que la Comisión Europea desvelara que León no figura en la red central logística del Atlántico porque no lo han promovido el Gobierno ni la Junta, que sin embargo sí apuestan por llevar el eje de desarrollo por Salamanca, Valladolid y Burgos; a ver cómo capilariza ahora el tema el consejero Suárez-Quiñones para justificarlo.

Si se cruzan los datos, vemos que nos hubiera rentado más ser catalanes, aunque nos independizáramos hacia dentro, y que sólo falta saber quién lo hace más. Pero lo que queda claro es que ens roban.

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