Diario de León
Publicado por
LA LIEBRE ÁLVARO CABALLERO
León

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N o tenían cojones para entrar ahí. Les faltaban huevos para bajar a los tajos donde, antes de la huelga y el ERE, habían estado las subcontratas. Ahora, tenían que ir ellos a meterse bajo los macizos, donde las bóvedas se hacían cada vez más amplias para aprovechar las capas de hulla que la sobrecargaban. Se provocaba el hundimiento y se recogía el material en el nivel inferior. Cada vez más. Por eso los mineros más veteranos no querían meterse en esa zona del pozo, aunque la publicidad vendiera la mina como la más segura de Europa; por eso dos ingenieros habían sido despedidos apenas dos meses antes después de negarse a realizar unas tareas por falta de seguridad, en una empresa, la Hullera Vasco Leonesa, que antes hacían bandera de ello. Vete tú, le dijeron. Fue cuando el director les recriminó aquello, esa llamada a los cojones como argumento de peso, como preámbulo implícito para ofrecerles de manera tácita el finiquito. No tenéis cojones para meteros ahí. Y se metieron, hasta que la tarde del 28 de octubre de 2013 despidieron entre aplausos en la lampistería, con el hollín descorrido por las lágrimas en una mueca grotesca de la cara, a los seis compañeros muertos por el escape de grisú en el Pozo Emilio.

Ahora, casi cuatro años después, la jueza asienta la imputación de 16 responsables de la Hullera Vasco Leonesa por seis delitos de homicidio imprudente y ocho de lesiones. El auto subraya que «fueron muchos los avisos y los indicios de riesgo que la mina iba dando a diario, sin que fueran tenidos en cuenta por los investigados dentro del ámbito propio de sus competencias y responsabilidades». La investigación, que dará paso a un camino largo por recorrer hasta la apertura y resolución del juicio oral, responde a la lucha que no han abandonado cinco de las seis familias de los mineros, mientras que los sindicatos decidían quedarse al margen en un gesto ruin y cobarde que los desnuda. No son los primeros muertos de la minería, ni mucho menos. Cuando el sector agoniza, se abre una historia por contar sobre cuántos sucumbieron en las minas de las diferentes empresas y después por la silicosis, cómo se asentaron grandes fortunas de familia al calor de los favores de las concesiones y trapicheos, en el franquismo y luego en la democracia, y dónde queda cada cual.

No tenéis cojones, les retaron. De momento, parece que van a tener justicia.

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