Diario de León
Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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El pasado 28 de agosto mostraba en estas hojas una pequeña bocanada de esperanza al comentar la propuesta del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas de aprovechar, como referencia nacional, las instalaciones de la Hullera Vasco Leonesa como incentivo cultural, turístico y económico de esta cuenca minera profundamente deprimida, en la que, por otra parte, no se ha contemplado ninguna iniciativa. Por esas mismas fechas se inició la liquidación de edificios en el antiguo Grupo de Santa Lucía. Alegan falta de seguridad. Me susurran, como sospecha, que debajo hay una gran veta de carbón alimentada por la generosa capa Pastora. El tiempo dará o quitará razones. Mientras, alguien debería detener esta posible aberración/amenaza, cercana ya a los dos pozos que quedan y un día fueron símbolos. Si hubiese un consentimiento tácito y alevoso, el asunto sería aún más grave, ya que la devastadora ambición liquidaría el poco futuro y las escasas esperanzas que aún puedan quedar.

Escribo en el lugar de los hechos. Tarde del pasado domingo, día 10. Es desoladora la contemplación de este espacio y limítrofes, cada día menos los segundos. Una verdadera ruina montium. Fuentes, paisajes, bosques, formaciones curiosas, montes, todo destruido sin miramientos después de haber sido liquidada la minería. Uno piensa, inevitablemente, muchas cosas, que somete a la consideración en algunas breves reflexiones.

Primera. Si se avanza en lo que uno sospecha, además de las profundas excavaciones, las antiguas galerías pueden convertirse en posibles hundimientos y formación de inmensas bolsas de agua, una de las cuales, descontrolada, puso en solfa la seguridad del pueblo hace unos años. La memoria y la noticia están fuera de toda duda.

Segunda. ¿Hay, en cualquiera de los dos casos, un verdadero y racional plan de recuperación y restauración progresiva que se pueda conocer?

Tercera. La cesión de terrenos por parte de los vecinos para uso industrial necesita, dadas las circunstancias y el espacio sobrepasado, una revisión en tiempo y forma.

Cuarta. Todo lo dicho exige igualmente la revisión del canon, como mal menor desde luego. Su ingreso debería corresponder al menos siguiendo cierta proporcionalidad de las zonas especialmente maltratadas. Subráyenlo. Siempre se recurre, como contraargumento, al principio de solidaridad. ¿Siempre han de ser solidarios los mismos, con nunca nada a cambio, ni siquiera la recíproca solidaridad? Me temo que hemos de seguir con el asunto.

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