Diario de León

TRIBUNA

La democracia prostituida

Publicado por
FRANCISCO J. LóPEZ RODRíGUEZ profesor
León

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N uestra democracia es aún joven para ser digerida por muchos políticos y por supuesto por una parte de los ciudadanos españoles. La democracia está amparada por las leyes y por la Constitución, pero no todos interpretan la democracia tal como se ha de entender y se ha de poner en práctica.

Cuando, un pueblo o parte de él, no actúa conforme a las leyes establecidas y atenta contra los principios constitucionales no es democracia sino partidocracias oligárquicas transformadas en los espacios dominados por la mentira, la manipulación, la hipocresía y el cinismo.

La verdad y la igualdad, valores esenciales de la democracia, han sido aplastadas, mientras que la libertad funciona más como sensación que como fuerza transformadora.

El Gobierno catalán ha transgredido todos los principios constitucionales, ha falsificado todas las leyes y el Estado como garante de la legalidad ha puesto en manos de la Justicia a todos los transgresores y a partir de aquí quien está actuando ya no es el Estado está actuando los jueces para restablecer la legalidad. Los hechos que se acusan a los transgresores según la juez son: Rebelión, sedición, desobediencia, malversación de caudales públicos.

Cataluña en los últimos años: sus gobernantes han actuado como auténticos oligarcas, gobernando a su antojo y libre albedrio. Cataluña ha estado sometida a una autocracia, dirigida por un Sanedrín que se inició con el honorable, continuó con Mas y se remató con Puigdemon, cuyas instituciones pasaron a un limbo jurídico que ha provocado la repugnancia intelectual de propios y extraños, pero no de los impecables demócratas que en los medios y en la política —algunos desde las bambalinas— han estafado a un pueblo dejándolo en erial político, cívico y económico.

Además, han concurrido un rasgo político-destructivo: la soberbia, la creencia estúpida de la superioridad, la subestimación despectiva del adversario.

Esto no es nuevo en Cataluña: El problema es que estas mentiras emocionales han calado en tres millones de catalanes y esto es un gran problema para ellos y para todos.

A todos estos dislates hay que unir las barbaridades de ciertos políticos que tampoco se sujetan a principios constitucionales. Son resultado de intereses perfectamente orquestados y manipulados. Cuando Pablo Iglesias dice: «Me avergüenza que en mi país se encarcele a opositores, no queremos presos políticos» no tiene más enfoque que dirigirse a aquellos catalanes que quieren oír eso.

A Pablo Iglesias le importa un bledo el Estado, la unidad de España. A Podemos lo que le importa es conquistar poder parcial en Cataluña para generar una oligarquía política y que el voto se desvíe a su formación o a sus marcas.

Se hace un discurso que está perfectamente elaborado para dirigirse a aquellos catalanes que es lo que quieren escuchar. Pablo Iglesias juega a la caza del voto porque sabe que el único empleo que pueden tener sus súbditos es dentro de la administración; fuera, no existen hoy perfiles de puestos de trabajo para tanta prole.

El desastre catalán, independiente de todos los gobiernos desde Felipe González hasta el actual y, en especial, el golpe de gracia de la etapa Zapatero, se fue convirtiendo en una bola de fuego que sólo se puede apagar, probablemente con la disolución de la Comunidad, ya que detrás de las próximas elecciones, si vuelve a ganar el independentismo, otra llamarada aparecerá y será de tal magnitud que ya no hay agua suficiente para apagar el incendio.

A este desastre han colaborado también los medios de comunicación, que en la política contemporánea son de tal transcendencia, que convierten la utopía en realidad.

La masa es fácilmente manipulable y se la llevan a donde quieren. Ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson. Este fue elegido presidente de los Estados Unidos en 1916 como líder de la plataforma electoral: Paz sin victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial.

La población era muy pacifista y no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en el conflicto. Había por tanto que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo.

Se alcanzó un éxito extraordinario que conduciría a otro mayor todavía: precisamente en aquella época y después de la guerra se utilizaron las mismas técnicas para avivar lo que se conocía como “miedo rojo”. Ello permitió la destrucción de sindicatos y la eliminación de problemas tan peligrosos como la libertad de prensa o de pensamiento político.

El poder financiero y empresarial y los medios de comunicación fomentaron y prestaron un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos.

La TV3 catalana y cierta prensa, con demagogos preparados para transmitir lo que el pueblo quiere escuchar, está a diario machacando a toda la sociedad catalana, previamente los han anestesiado y como zombis dirigen a un pueblo al desfiladero.

No hay peor cicuta para un pueblo que la demagogia. Siempre se ha dicho que con los necios es imposible discutir y que a un necio no se puede jamás convencer, pero un obsesionado catequizado directamente va al matadero.

Todo este proceso catalán me recuerda el suicidio de la secta de Jones en Guyana. El 18 de noviembre de 1978, el mundo se estremecía con las imágenes del suicidio de 913 estadounidenses, miembros de la secta Templo del Pueblo. Fue el suicidio colectivo más trágico de la historia contemporánea. Hombres, mujeres y niños que siguieron a su líder espiritual Jim Jones para levantar un mundo ideal en la selva de la Guayana.

Si lo hicieron forzada o voluntariamente, nunca se supo. Lo que sí está claro es que este episodio, en aquel momento, conmovió a ese país y al mundo entero.

Hoy no me atrevo a decir que los protagonistas del independentismo sean una secta pero sí podemos afirmar que con su maquinaria mediática están llevando al pueblo catalán al suicidio colectivo pero en la Historia hay muchas más culpables, son: los arquitectos, padres de la Constitución, maestros albañiles, directores de obra, fontaneros que permitieron construir el Templo catalán y van a arrastrar al suicido colectivo a varios millones de catalanes porque esta democracia que va a salir de las urnas en las kalendas de diciembre tiene más apariencia de prostitución que de libertad.

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