TRIBUNA
Autonomía o región

D espués de mi anterior artículo publicado el 10 de marzo en este mismo Diario donde narraba la falsedad de los datos de la Batalla de las Navas de Tolosa, hoy quiero relatar otra de las batallas manipuladas, cuando no silenciadas, por la mayoría de los historiadores; me refiero a la Batalla de Simancas.
Esta batalla tuvo lugar en el reinado de Ramiro II, que gobernó entre los años 931 al 951. Ramiro II recibió un mensaje del conde castellano Fernán González, pidiendo ayuda al ser atacado por las tropas del califa Abd-al-Rahman III. Cuenta el cronista Sampiro que la victoria sonrió a las tropas de Ramiro II. El califa fue el hombre más poderoso de todos los reyes musulmanes en toda la Reconquista, algo que admiten todos los historiadores. Abd-al-Rahman III no era hombre capaz de soportar la humillación y el desaliento.
La derrota frente a Ramiro II lo había humillado. Para vengarse, decide destruir el Reino de León. Según cuenta el famoso historiador francés Evariste Levi-Provenzal, experto en temas musulmanes de la península ibérica, preparó un ejército militar de proporciones insólitas al que impuso el nombre de «el omnipotente».
Según dice Sampiro «en total más de cien mil hombres, el mayor ejército jamás visto hasta ese momento». El califa dirige sus tropas hacia el río Duero hasta llegar a una pequeña población llamada Simancas, situada a orillas del río Pisuerga en su confluencia con el Duero. Según los cronistas árabes, los soldados cristianos eran conocedores de los preparativos y del elevado número de soldados musulmanes. Ramiro II, que era astuto y prudente, se da perfectamente cuenta de lo que se le viene encima.
Ramiro conoce el valor estratégico de Simancas y, cuando el Califa y sus hombres llegan, ya Ramiro los está esperando. Los anales castellanos primeros y Sampiro cuentan así la batalla: «nuestro rey Ramiro marchó contra los enemigos, combatiendo ambos muy duramente. Dios otorgó la victoria a nuestro Rey un lunes de agosto del año 939, fiesta de los Santos Justo y Pastor; murieron 80.000 enemigos».
El principal cronista árabe Ibn Hayyan cuenta lo siguiente: «el califa condujo a sus hombres hasta Simancas donde fueron combatidos por los infieles en terrible batalla, teniendo que huir en desbandada, pereciendo muchísimos hombres en un barranco». El cronista árabe, Al Munim, dijo que «los muertos musulmanes superaron los 70.000».
La de Simancas es una de las grandes batallas de la Historia de España y, sin duda, la más importante de toda la Reconquista: 80.000 enemigos muertos es una cifra impresionante para los tiempos que corrían. No es comprensible que una gesta de ese calibre prácticamente no figura en los libros de texto, siendo desconocida por la mayoría de los españoles, como si no hubiera ocurrido.
La victoria de Ramiro II en Simancas fue el principio del fin del poder militar musulmán en la península ibérica. Hubo una excepción: la entrada en escena de Almanzor. Este general musulmán invadió el Reino de León el año 977, saqueando pueblos sin ánimo de conquistar territorio pues no tenía fuerzas suficientes para ello. Ante su impotencia militar, Almanzor se dedicó a comprar voluntades de los nobles castellanos y leoneses.
La política separatista del conde castellano Fernán González está dando ahora resultados negativos. El historiador castellano Fray Justo Pérez de Urbel en su Historia del Condado de Castilla dejó escrito: «no debemos olvidar que detrás de todas aquellas rebeldías que venían a debilitar los estados cristianos, estaba la mano pérfida y solapada de Almanzor». Continúa diciendo «los agentes de Almanzor se movían en Castilla con extraordinaria actividad, el oro corría y las promesas se multiplicaban». Almanzor fue sin duda un gran conocedor de las miserias humanas. Muerto Almanzor, el Califato de Córdoba se deshizo, apareciendo los Reinos Taifas. Era la consecuencia de la derrota en la Batalla de Simancas.
La ocultación de la Batalla de Simancas no es más que una treta política para hacer desaparecer la Historia del Reino de León, dando a entender que León formó parte de Castilla y de su Historia. Otra prueba es la utilización de la palabra «región» en lugar de la palabra autonomía. Con la palabra «región» los políticos dan a entender que León y Castilla forman una sola región. Ese fue el motivo de la creación de la autonomía de Castilla y León.
Ningún político ha sido capaz de demostrar con pruebas reales que León y Castilla es una región, ni lo podrán demostrar porque no existen pruebas que lo demuestren. En la historia existen infinidad de documentos que demuestran que León y Castilla son dos regiones no solamente diferentes, sino antagónicas. Por eso, se puede decir que esa Autonomía ni es constitucional ni democrática. Es una autonomía que ha traído graves consecuencias especialmente para la región leonesa. La región leonesa está sufriendo la mayor crisis humanitaria de su milenaria Historia, una crisis que en términos de pobreza, envejecimiento y despoblación está llegando a límites irreversibles sin que nadie haya tomado medida alguna para evitarlo. La chapuza de esta autonomía me recuerda una frase muy común hace unos años: «no mezcles vino con agua ni rezos con bailotadas porque de dos cosas buenas harás una y mala». León es una cosa buena y Castilla otra, pero juntas son como el agua y el vino o como el rezo y las bailotadas.
Si la autonomía de Castilla y León es un esperpento, el Estado de las Autonomías está siendo una catástrofe. Los privilegios de algunas autonomías a costa del empobrecimiento de otras, el odio hacia la cultura cristiana, la deuda pública, la desaparición de la enseñanza en español en un tercio de España y el separatismo traerán de manera irremediable la quiebra y la destrucción de España. Esta chapuza autonómica, creada por nefastos políticos, me recuerda una frase que me decía hace años un buen amigo: «¿sabes cuál es el mejor negocio que se puede hacer en España?» Ante mi silencio, me contestó «comprar un político por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale». Me queda la esperanza de que pronto los políticos se den cuenta del mal que están haciendo a España y decidan por las pensiones y la igualdad de todos los españoles en lugar de las autonomías.