Nombre de mujer
L a actualidad estos días tiene nombre de mujer y lo que leemos en las portadas es deprimente se mire por donde se mire. Másters fantasmas, mentiras orquestadas desde la universidad, complicidades inexplicables, comparecencias parlamentarias que aumentan las sombras de sospecha y politiqueo de medio pelo. Eso por un lado, y por otro la guerra familiar en la jefatura del Estado plasmada en un «clic» por una foto que nos ha abochornado a todos por lo que quiso ser y no fue.
Ni siquiera Puigdemont y el varapalo que la justicia alemana ha dado a la española ha conseguido levantar tantas pasiones en la opinión pública como los asuntos protagonizados por mujeres. ¡Claro! que las mujeres cometemos delitos, caemos en errores inexplicables y metemos la pata en muchísimas ocasiones pero siempre que algo provoca tanto revuelo y la protagonista es una mujer tengo la inevitable sensación de que todo se magnifica.
El otro día en una tertulia de televisión en la que participaba un representante de Podemos uno de mis colegas, tras afirmar que Cifuentes debería dimitir puso sobre la mesa la similitud de este caso con el de Iñigo Errejón. Le recordó que, el ahora candidato de la formación morada para presdir Madrid, fue en su día inhabilitado por la Universidad de Málaga por cobrar como investigador de un proyecto sin realizar su labor, sin ni siquiera asistir, a la vez que estaba cobrando por asesorar a Podemos. Como era de esperar, el político —claramente molesto e incómodo por tener que salvar la cara de su compañero— insistió en que los hechos no eran equiparables y cambió el tercio acusando a la presidenta de Madrid de una ristra de corrupciones de todo tipo que en su opinión justificaban su salida de la política.
No es que la vara de medir sea distinta en función del sectarismo de los distintos partidos, es que siempre que hay una mujer por el medio yo tengo la sensación de que esa vara de medir es también por género y el linchamiento es mayor.
Me pregunto si ese «clic» de la Casa Real tan poco ejemplar y menos ejemplarizante hubiera pasado más desapercibido si las protagonistas no fueran mujeres ¿Si esos hombres testigos mudos y atónitos de la escena hubieran tenido un papel estelar en el incidente la cosa sería igual?