Diario de León

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De floreros y jardines

León

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Ahora que para dormir en vez de ovejas la gente cuenta chalés, que no se escape aquel tan mediático y rumboso, con vistas al orfanato de San Cayetano, que iba a servir de base a las incursiones de la primera dama para comprar el periódico y el pan en el kiosco de Reyes Leoneses, o a darse el capricho merecido del chocolate en las célebres meriendas del Flecha; el caseto presidencial en la Moraleja leonesa no deja de ser otro capítulo, otra entrega más, del recuento con el que los periódicos se congratulan del éxito de sus noticias, por más que se remarcó en su día que el reclamo electoral de 2011 del partido que empuñó la rosa no pasaba de embeleco; ese fue el sino de la dacha de la carretera del final de Eras de Renueva, más allá de acentuar motivos de duda sobre la exclamación de la noche electoral del 14 de marzo de 2004, cuando desde el balcón de Ferraz se cinceló sobre el mármol de la memoria que el poder no bastaba para cambiar el adeene; y menos, el carácter. Hete aquí todo lo que puede revolcar una morada fallida, un retiro dorado que no fue, al mediodía de la carretera de Carbajal; de la vida plácida al albur del monte San Isidro al azaroso devenir de guardar la honra como baratero en el corro de chapas de Nicolás Maduro. El libro de los Proverbios ya señalaba al hombre de éxito entre aquellos que construyen su casa con las piedras que les lanzaron los perdedores. Toda mansión que se precie tiene algún exponente común con una madriguera. No parece el caso, en vista de la insistencia de la Liebre (que predica los domingos desde este púlpito) ante el excelente análisis que encontró en el desahogo de twitter sobre otro desmoronamiento de las ideas bolcheviques por el precipicio del buen vivir: arriba parias de la sierra, versión extraordinaria del puño en alto de la famélica legión que coincidían en el templete de Rodiezmo y hacían votos para que las pensiones subieran, al menos, dos puntos por encima del desempleo. En este mundo finalista que no criba la zahorra de la tierra fértil, a profetas y confesores, a oradores y charlatanes, a yacentes y a matreros, estamos más cerca que nunca de acudir a la próxima toma de los palacios de invierno convocados por agraviados que llaman a la guerra de clases desde un casoplón en el Jano de Montejos.

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