EDITORIAL | Unos tiempos que son insostenibles para las mejoras en el patrimonio
El mantenimiento de los elementos que forman parte del patrimonio histórico maneja unos tiempos que no parecen los más apropiados. En las últimas horas se ha conocido que comienzan las obras para el arreglo de la muralla en la zona de Conde Rebolledo, dentro del Barrio Húmedo de la capital. Eran unas reparaciones catalogadas como «urgentes» y se ha precisado un año y medio de tramitaciones hasta que finalmente se pondrán en marcha las mejoras previstas. Y ahora se anuncia la puesta en marcha de la reforma y ampliación del Museo de la Basílica de San Isidoro, en un proyecto que ha pasado doce años en los cajones hasta que la Fundación Montemadrid ha liberado el dinero, lo que permitirá la contratación de los trabajos.
La burocracia tiene una parte justificable porque hay asuntos —como los relacionados con el patrimonio o el medio ambiente— que precisan unos controles que se hacen totalmente imprescindibles para evitar daños colaterales. Pero también es cierto que las administraciones deberían facilitar unos cauces particulares en el caso del patrimonio porque no sería la primera vez que cuando llega la inversión para arreglar un castillo o una iglesia ya se ha producido un derrumbe irreparable. Los tiempos se hacen insostenibles cuando se trata de urgencias. El patrimonio no espera.
