OPINIÓN
EDITORIAL: Torneros no puede morir entre el fuego cruzado de administraciones
La democracia española tiene en su ya dilatada historia de 40 años excesivos casos del daño que generan las guerras entre instituciones cuando se imponen los intereses partidistas por encima del beneficio de la sociedad.
Ese afán por colgarse medallas y por evitar que sea el contrario el que arañe unos votos es hoy un enemigo claro y abierto para incontables proyectos a los que se les ponen palos en las ruedas para que no avancen. Ahora en el plan de plataforma multimodal de Torneros —el elemento fundamental para que León se haga un hueco importante en el Corredor Atlántico como centro logístico— se recrudece la guerra entre Gobierno y Junta, con acusaciones mutuas sobre las responsabilidades que lo mantienen a día de hoy trabado en el fondo de los cajones. Y resulta inaceptable, porque las instituciones incumplen de este modo sus principales razones de ser, la búsqueda del bienestar ciudadano y del futuro de los territorios.
Parece que de nuevo surge esa tentación de priorizar el beneficio partidista, generando un evidente daño al sistema, porque este tipo de situaciones incentivan las tendencias populistas a poner en cuestión la Democracia, y sus fórmulas de participación y representación.
En el caso de Vestas, en un momento crítico para que las instalaciones puedan reabrirse con otro proyecto industrial, también existe la sensación de que Gobierno y Junta no trabajan coordinados. Sería lamentable que en Torneros o en Villadangos se provoque un daño que sería evitable.