Diario de León
León

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La mañana de Reyes madruga con los sueños que dormimos desde que, ignorantes de la magia de ser niños, nos traicionamos al meterle al verbo creer una letra en el medio para justificar que crecer tenía peajes. Pero ese camino que perdimos se abre al menos una vez al año por estas fechas. Aquí en León, donde hemos debido de ser tan malos que nos han terminado por negar incluso el carbón que habíamos reclamado como último recurso, no perdemos la esperanza de que Sus Majestades de Oriente nos concedan alguno de los deseos que nos rechazan desde hace años las administraciones. Por si se han extraviado las cartas anteriores, —que todo es posible con el trajín que hace que cualquier misiva tenga que pasar por Valladolid para clasificarse y luego vuelva, aunque el remitente viva en La Palomera y el destinatario en El Espolón— dejamos por aquí escrito lo que queremos.

Una estrategia contra la despoblación, pero no como la que nos trajo la Junta, que debía de estar estropeada porque nos ha restado 50.000 habitantes en 10 años, aunque quizá es que no sabemos dónde enchufarla porque en el eje vallisoletano y burgalés vemos que funciona. Una planificación de servicios en el medio rural que no obligue a los vecinos a tener que ponerse malos sólo los días que haya médico, aunque parece que lo hacen por fastidiar, ni a tener que abandonar sus pueblos por la falta de infraestructuras para poder desarrollar su vida. Una apuesta para incentivar la llegada de empresas, más allá de los call center y el turismo de aluvión que ceba el mercado laboral con contratos de media jornada que duran 10 horas. Un AVE con dos vías que no llegue cojo, una Variante de Pajares que cruce de una vez por debajo de la cordillera para unirnos con Asturias y un ferrocarril de Feve con revisores, maquinistas, trenes que no se paran a mitad de camino y estación en el centro de la ciudad. Una plataforma intermodal en Torneros para asentarnos como nodo logístico, en vez de que nos arrastren la referencia del noroeste y nos quedemos como vías secundarias del corredor Atlántico. Una política agraria que nos blinde frente a ataques como los de British Sugar, que quiere aplicar el Brexit a la azucarera de La Bañeza con contratos que convierten a los agricultores leoneses en siervos de la gleba. Una educación que no iguale por abajo, ni confunda la historia de esta tierra que fue reino. Poco más. Que León vuelva a ser León. Solo.

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