Diario de León
Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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Acontecen tantas cosas más o menos absurdas, que parecen absolutamente ajenas a nosotros, que a veces tiene una la sensación de que la vida le pasa como el tren al que miran (sin verlo y sin entenderlo) las vacas. No puede ser de otra manera, si te paras a pensarlo; preocuparse u ocuparse de todo es tanto un imposible como una imbecilidad. Bastante tenemos con lidiar lo que se nos enrosca en los tobillos, como para andar citando de largo a lo que ronda en tercios más lejanos del ruedo de cuanto nos atañe.

Ahí está, por ejemplo, la polémica del atasco mortal para hacer cima en el Everest. Tantas décadas admirando boquiabiertos a los intrépidos alpinistas y sus sherpas en sus increíbles hazañas por llegar a la cima del mundo, y resulta ahora que hay tanta cola de aficionados para hacerse el selfie en el picuruto que algunos mueren en el intento. Y eso le quita el sex appeal. Una cosa es darlo todo (incluso la vida) por un sueño, y otra morir aplastado en el primer día de rebajas.

Que no digo yo que no sea más que respetable pagar la hijuela por darse el gustazo de culminar semejante hazaña. Toda la admiración a los valientes montañeros de parte de quien en cada viaje se deja el resuello en las cuestas imposibles de los maravillosos pueblos medievales enclavados siempre allí arriba, y amenaza con escupir las entretelas en las imposibles escaleras de catedrales, castillos, torres y torretas desde las que se aprecian las maravillosas vistas de la ciudad. Lo digo yo, que he llegado a apostarme un Aperol Spritz con un encantador guardián de una empinada torre de ciudad medieval italiana a que no llegaba arriba ni de coña. Llegué, bajé y brindamos. Pero mi hacienda hubiera dado porque el Aperol me hubiera esperado allí arriba (y otro abajo, nunca está de más reponer fuerzas).

Este y otros mil aperoles financiaba yo con gusto si entre todos fuésemos capaces de dar visibilidad a lo que nos jugamos mañana en toda su extensión. Nunca hemos sabido, pero tengo la sensación de que en estas elecciones, lamentablemente, mucho menos. Está tu pueblo, tu municipio, tu comunidad. Nuestros asuntos domésticos en el toma y daca de un debate cada vez más mediático y cada vez más insustancial. ¿Dónde queda Europa? De ahí emanan no sólo todas nuestras leyes sino los fondos que guiarán el crecimiento, como lo han hecho hasta ahora. ¿Les hemos prestado atención? Ojo, nuestro futuro también se juega ahí.

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