La felicidad no es cuento
Hay quienes creen que a los economistas los carga el diablo. Algo de eso hay, pero no a todos. Víctor Raúl López Ruiz es de los buenos, en lo profesional y en la acepción machadiana del término. Profesor de Econometría, en la Universidad de Castilla La Mancha, ha vuelto a medir la felicidad de los albaceteños. Y ha concluido que son la mar de felices, pese a no tener playa. Sara Montiel habría exclamado: «¡Pero qué invento es este!». Ninguno, pura econometría. Sus mediciones forman parte de un proyecto investigador internacional que deduce cuánto feliz eres de acuerdo a parámetros de calidad de vida, a mayores de que no seguir el festival de Eurovisión y que el Real Madrid gane la liga ayudan lo suyo. Según él mismo explica (tiene el vídeo en youtube) lleva a cabo sus investigaciones junto con dos amigos —un estadístico y un contable—, así entre eureka y eureka se cuentan chistes, lo que facilita la caza activos intangibles. Claro, que lo suyo es fácil pues tiene buen humor, está felizmente casado, sus hijas son encantadoras y trabaja en lo que le gusta. Cada día, pues, cuando se levanta proclama: «¡Gracias, Big Bang!» Lo extraño sería que le hubiese dado por cantar blues. Cuando en su Facultad adviertan lo mucho que disfruta dando clases le cobrarán por impartirlas. Y es cervantino, como todo manchego, y ha llegado a la conclusión de que su pueblo, Quero (Toledo), es el lugar del que Cervantes no quiso acordarse. Si quiere investigar sobre la felicidad lo único que tiene es echarse un vistazo a sí mismo. Ni siquiera necesita que le toque la primitiva. Así cualquiera.
En nuestra tierra, acaba de fallecer, a los 91 años, un hombre inmensamente feliz y conseguidor de felicidades ajenas: el hermano marista Tomás, introductor del balomano, corazón del Abanca-Ademar. Según un estudio publicado hace unos años en Forbes, el sacerdocio es el empleo que más feliz hace. Lo creo. En esto de la felicidad, hace mucho quién tienes de jefe.
Según otro estudio realizado en Estados Unidos, las personas agradecidas son las más felices. Me encaja. Por eso, Violeta Parra proclamó su: «Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado la marcha de mis pies cansados». Feliz fin de semana, lector.