Diario de León

EL CORRO

Desafuero sin atenuantes

Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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Enorme polvareda la levantada por la iniciativa del PP de Castilla y León de convertir a un destacado dirigente nacional del partido, el alavés Javier Maroto, en senador de designación directa en representación de esta comunidad autónoma. Y como de costumbre, la polémica se ha distorsionado con argumentos extemporáneos que tratan de desviar la cuestión.

Puede venir a cuento sacar a colación la tradicional figura del cunero, mediante la cual el partido de turno presenta en esta o aquella provincia a candidatos que no tienen nada que ver con las circunscripciones en cuestión. Pese a la mala imagen que desprenden, cuneros ha habido siempre y en lo últimos tiempos no han sido privativos del denostado bipartidismo encarnado por PP y PSOE. Los de la nueva política —a veces tan rancia o más que la vieja— no se han sustraido a la tentación, como así hemos visto, sin ir más lejos, en Castilla y León.

Pero, aún admitiendo cierta similitud, los senadores de designación autonómica tienen otro origen y legitimidad. Para empezar, y a diferencia de los cuneros, no se someten al escrutinio de las urnas. Los senadores autonómicos provienen de la concepción constitucional del Senado como Cámara de las Autonomías, idea que se reforzó con el acceso directo de un cupo designado por el Parlamento de cada comunidad.

De ahí que resulte inconcebible que dichos escaños puedan recaer en personas políticamente ajenas a la comunidad que los elige, como es el caso de Maroto, quien, si protagoniza este trance, es porque en las pasadas elecciones generales no consiguió renovar su escaño de diputado al Congreso por Álava. ¿A cuento de qué, si no, el requisito legal -hecha la ley, hecha la trampa- de estar empadronado en la comunidad autónoma que se supone representas?

Se vista como se vista, lo de Maroto no hay políticamente por donde cogerlo; por eso, de hecho, no cuenta con precedente en los 36 años de existencia de la actual comunidad autónoma. Constituye una desvergüenza política sin parangón, amén de un escarnio para los ciudadanos de esta comunidad. Y una última curiosidad, ¿sigue pensando el próximo senador por Castilla y León que «Treviño es Álava y el sentimiento de los treviñeses es de pertenencia a Euskadi por razones administrativas, culturales e históricas». En resumen, un desafuero sin atenuantes.

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