Diario de León

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Graciliano Palomo Vicepresidente ejecutivo de la Gerencia Urbanística de Riaño (1987-1991)
León

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S e ha proclamado Riaño como Mejor Pueblo de España en un concurso de la Cadena Ser. El reconocimiento nos llena de íntima satisfacción a todo los que tuvimos la responsabilidad de sacar adelante la construcción del pueblo nuevo en medio de la hostilidad y la incomprensión de partidos políticos y ayuntamientos de la comarca. Estoy seguro que comparten este sentimiento de orgullo Jaime Fuente y José López Robles y, sobre todo, que lo disfrutaría plenamente Alberto Pérez Ruíz si estuviera entre nosotros. El nuevo Riaño fue posible por la iniciativa y promoción pública de la Diputación Provincial, pero también por el espíritu decidido de una parte de los habitantes del anterior pueblo que decidieron aprovechar las facilidades ofrecidas para repoblar Valcayo y continuar habitando y dando vida y servicios a una comarca de paisajes irrepetibles.

El reconocimiento de los votantes de la Cadena Ser es fundamentalmente a la belleza del pueblo y de toda la comarca leonesa de los Picos de Europa. Pero, aunque no lo sepan, es también la confirmación de que ha triunfado la racionalidad sobre la visceralidad, la perspectiva de futuro sobre los traumas del pasado, el trabajo diario y callado de los riañeses frente a la impostada nostalgia urbanita.

Reconocer la marca Riaño como garantía de futuro fue una más de las razones para levantar el nuevo pueblo que ahora se ve confirmada. El galardón ha coincidido en el tiempo con el acuerdo de 25 ayuntamientos de la zona para agruparse bajo la marca Montaña de Riaño como distintivo de calidad para relanzar el turismo en la montaña oriental de León. Se trata de una gran iniciativa que debe emular y conseguir los éxitos alcanzados por las comarcas vecinas de Onís y Liébana, tanto en visitantes como en fijación de población autóctona.

En marzo del año 1991, cumplido el objetivo de la gerencia, escribí en la introducción al libro Riaño un final que es completamente oportuno repetir:

«Cuando una pátina de tiempo haya recubierto las viejas piedras recuperadas y los nuevos materiales colocados, cuando los árboles hayan crecido y los capilotes adornen los taludes, cuando estén más acabadas las obras que nunca se terminan en ningún pueblo ni ciudad, cuando los años hayan aventado los rencores y empiece a parecer que Riaño fue siempre un pueblo colgado de un mar interior, los riañeses, todos los riañeses, deberían concederse un homenaje a sí mismos. Lo tienen merecido». Ese momento ha llegado.

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