Diario de León
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miércoles pasado, Francesc de Carreras consideraba inviable en un artículo que el PSOE pacte con un partido como Podemos. Ha de ser difícil, ciertamente, pactar con una organización de las características mencionadas, pero lo es todavía más cuando, según el mismo autor, la discrepancia entre quienes han intentado formar una coalición versa nada menos que sobre la pertenencia europea. Para Monereo —es decir, para Iglesias—, para las organizaciones de verdadera izquierda, «gobernar, aquí y ahora, exige plantearse en serio cambiar las relaciones de España con la UE; es decir, prepararse para un conflicto especialmente duro, claro está, siempre que se esté dispuesto a realizar reformas de verdad y no meras correcciones del modelo». Descubre, en fin, Monereo que junto al PSOE no se puede hacer la revolución, ya que «el sistema no admite reformas sustanciales, reformas estructurales o reformas no reformistas como nos planteó hace muchos años André Gorz. El pensamiento único neoliberal se ha convertido en política económica única que todos los Estados, de una u otra manera, están obligados a realizar». Dicho así, suena muy duro; la realidad es más llevadera: por voluntad propia, estamos en una Europa federalizante basada en una versión avanzada de aquel «consenso socialdemócrata» que sacó a Europa de las ruinas tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de los totalitarismos. Y este modelo nos ha situado en una envidiable posición en el mundo. La oscuridad del mundo de Pablo Iglesias lleva a Carreras a rechazar tácitamente cualquier alianza con Podemos. Probablemente esta afirmación sea inexorable no por la tenebrosidad del mensaje sino por la causa citada, porque Podemos no acepta esta integración europea que los demás no vamos a rechazar sino al contrario. En estas circunstancias, pienso como el ilustre constitucionalista que la opción Sánchez es «más cínica pero también más inteligente»: «Hundir a Podemos para recuperar votantes que hacia ahí se habían escorado, recibir el trasvase de votos de un Ciudadanos que se alinea con Vox, ocupar de nuevo el centroizquierda cediendo el centroderecha al PP para así volver al bipartidismo». El proyecto es altamente tentador, el Partido Popular, regenerado y rejuvenecido, colaborará gustoso en el designio, y muy probablemente la representación política se vuelva más directa y expresiva después de cuatro años de franco desconcierto. Deberían ponerse manos a la obra.

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