Diario de León
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A quien nos dio la vida: respeto al menos

La vejez debiera ser un premio a toda una vida, pero se convierte en indecente destino para quien logra llegar a viejo. Todos podemos apreciar esa cruel realidad.

Hay culturas, antes en todas ellas, donde el respeto hacia nuestros mayores era obligado y sin fisuras. Con la vejez se alcanza la sabiduría, la prudencia, la discreción, la ecuanimidad y el equilibrio mental. La juventud debiera aprovechar esa experiencia en todo. Pero no, vivimos unos años donde lo mayor, es sinónimo de caduco, ni se le deja opinar, ni se les tiene respeto en nada, sus hijas e hijos son capaces de meterlos en esas residencias tal cementerios vivientes, donde ni la comida y el cuidado es medio decente, para ellos y ellas disfrutar de la vida ¿saben qué? así les pagarán sus hijos también, lo que merecen. Pasean perros babosos, les recogen la mierda, les llevan de vacaciones y son incapaces de hacer lo mismo con sus padres y abuelos, son ustedes unos sinvergüenzas y mal nacidos. Si pueden hacerlo con el perrito, más debieran con quienes les dieron la vida y les mantuvieron hasta convertirse en lo que son: escoria de esta sociedad podrida.

No solo los hijos, el Estado debiera velar por que fueran tratados con dignidad, porque nadie los encierre en su contra y los abandone de ese modo. Bueno ¿Qué le vamos a pedir a estos desalmados? sí, ni respetan las pensiones. Están constantemente (en vez de buscar los recursos para que todos vivan decentemente) metiéndoles miedo con la imposibilidad de poder mantenerlas, cuando son un derecho adquirido, mientras que ustedes políticos de tres al cuarto son un mal que nos viene dado por un sistema corrompido donde no se respeta ni a sus mayores.

Se creen que solo lo nuevo y joven, es lo bueno. Vemos en nuestros jóvenes políticos incapaces de entenderse ¿Por qué creen que es? les falta mundo y capacidad de comprender a los demás, lo que se consigue con la edad. Aunque me temo que muchos de ellos ni con la edad llegarán a honrar su vida y existencia.

Ahora se lleva lo joven, antes también, pero tenía caducidad admitida. Ahora todos y todas pretenden aparentar serlo para siempre. Se quitan grasas del cuerpo, que vienen dadas salvo por una enfermedad, por zampones. Se borran las arrugas, que no son otra cosa que las huellas de la experiencia y de la vida vivida. Bueno, muchas y muchos les salen por el rezumo de envidia perpetua.

Es cierto que la vejez va de la mano de una decadente condición física y mental sin posibilidad de evitarla. Sí podemos, si suerte tenemos que las enfermedades nos respeten, en alargar la decadencia de esa condición física y mental con hábitos saludables, buena comida, adecuado descanso y una irrenunciable actividad física y mental. Dejarse llevar por la pachorra, por la pereza, por la vagancia, por la comodidad… es la primera fase de empezar a decaer sin arreglo posible antes de que nos demos cuenta.

No hay nada en esta vida que sin esfuerzo nos de las satisfacciones que lo conseguido con nuestro propio esfuerzo. Para recoger una buena cosecha, además de preparar la tierra, abonar y sembrar, hay que regarla con asiduidad, o todo se echará al traste por la pereza de ir dejándolo de un día para otro. Los músculos y la mente se atrofian más entre los zánganos y los que siempre buscan disculpas para no darse al cuerpo caña. Todo se atrofia de no usarlo.

Los mayores en edad (los viejos) deben exigir el respeto que merecen por parte de todos sin que nadie les tape la boca. Podrán no tenerlos en cuenta, pero cuando traten de vejarlos, arrinconarlos, apartarlos por medios denigrantes, deben abrir bien la boca, denunciar y quejarse. Sus hijos, el estado y el resto de la sociedad, les debe como mínimo respeto. Nadie pide admiración u homenajes, que son los que se les dan a los ancianos, como premiándolos por ser un estorbo. Nada de premios por cumplir edad, cuidado y respeto es lo que necesitan.

josé viñas garcía

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